martes, 23 de octubre de 2012


Petróleo, escuelas y espadas
Siempre me ha encantado el siguiente proverbio húngaro: "Si tu espada es demasiado corta, alárgala dando un paso".


Estas diez palabras son un bello elogio al esfuerzo y a la capacidad que tenemos los seres humanos para superar, con el empeño y la voluntad, las dificultades que nos impone la vida. Tener que trabajar para sobrevivir no es una condena divina, como establece el Génesis, sino una redención. Adán y Eva nos liberaron del Paraíso, decía Estanislao Zuleta en su célebre ensayo Elogio de la dificultad. Nuestro pecado es que sólo anhelamos regresar a él. “En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades —decía Zuleta— deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida”.
Lo mismo vale para los países: sin dificultad no hay verdadero progreso social. Los pueblos que no hacen mayor esfuerzo para sobrevivir, terminan sobreviviendo apenas. Así lo señala un reciente estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en donde se analiza la relación que existe entre los resultados que un país obtiene en la prueba PISA (que cada dos años evalúa el desempeño de los estudiantes de 15 años en 65 países) y los ingresos obtenidos por la venta de recursos naturales, como petróleo o minerales. Mientras más depende un país de la venta de esos recursos, dice el estudio, menos habilidades y conocimientos adquieren sus jóvenes a través del sistema educativo…
Por: Mauricio García Villegas
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