Petróleo, escuelas y
espadas
Siempre me ha encantado el siguiente
proverbio húngaro: "Si
tu espada es demasiado corta, alárgala dando un paso".
Estas diez
palabras son un bello elogio al esfuerzo y a la capacidad que tenemos los seres
humanos para superar, con el empeño y la voluntad, las dificultades que nos
impone la vida. Tener que trabajar para sobrevivir no es una condena divina,
como establece el Génesis, sino una redención. Adán y Eva nos liberaron del
Paraíso, decía Estanislao Zuleta en su célebre ensayo Elogio de la dificultad.
Nuestro pecado es que sólo anhelamos regresar a él. “En vez de desear una
sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer
efectivas nuestras posibilidades —decía Zuleta— deseamos un mundo de
satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida”.
Lo mismo vale para los países: sin
dificultad no hay verdadero progreso social. Los pueblos que no hacen mayor
esfuerzo para sobrevivir, terminan sobreviviendo apenas. Así lo señala un
reciente estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE) en donde se analiza la relación que existe entre los
resultados que un país obtiene en la prueba PISA (que cada dos años evalúa el
desempeño de los estudiantes de 15 años en 65 países) y los ingresos obtenidos
por la venta de recursos naturales, como petróleo o minerales. Mientras más
depende un país de la venta de esos recursos, dice el estudio, menos
habilidades y conocimientos adquieren sus jóvenes a través del sistema
educativo…
Por: Mauricio García Villegas
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