martes, 29 de septiembre de 2009

Sensibilización y compromiso ambiental

Bioinvasiones, agricultura industrial y transformaciones ambientales



Los efectos combinados de las bioinvasiones causadas por los seres humanos amenazan los esfuerzos de conservar la agrobiodiversidad, mantener la productividad del sistema agrícola, sustentar el funcionamiento de los ecosistemas naturales y de hecho proteger la seguridad ambiental, la seguridad alimentaria o la salud humana. El ser humano es un actor clave en los procesos de difusión de especies vegetales y animales por todo el mundo.

El caso de la agricultura, llevada a los confines de los cinco continentes durante centurias es un ejemplo paradigmático de este proceso de transformación, que por un lado permitió la instalación y expansión de cultivos básicos para la alimentación mundial, pero por otro y seguido de una forma mucho más desordenada y pulsante acompañó sólo algunos procesos que involucraron la llegada a nuevos destinos de diferentes especies, con impactos de toda índole.

Tanto de manera accidental como deliberadamente, a través de la migración, el transporte, la maquinaría agrícola, el traslado de especies y el comercio, los seres humanos continúan dispersando un número siempre creciente de especies a través de barreras antiguamente insuperables, tales como lo eran las cadenas montañosas, los océanos, las selvas, los desiertos, las zonas más inhóspitas u áreas climáticamente hostiles. Entre las consecuencias de mayor alcance de este reordenamiento se encuentra el incremento de los invasores biológicos, que pueden considerarse como especies, cuya presencia se detecta por el éxito de su instalación y que proliferan en distintos ambientes. Se distribuyen en detrimento de especies y ecosistemas nativos.

En nuestros días, asumir un mundo sin límites o con pocas limitaciones, y considerar los efectos de las bioinvasiones en la agricultura, no es sólo un ejercicio interesante sino un análisis imprescindible, en tanto los costos no sólo económicos, sino ecológicos, sociales y hasta culturales que su instalación en el medio rural, pueden generar sobre los espacios de vida y producción de millones de productores agropecuarios.

Sin embargo, a pesar de la llegada permanente de nuevas especies de plantas, animales y microorganismos, la suerte de estos nuevos inmigrantes puede llegar a ser muy disímil. Pocas especies sobreviven y solo una pequeña fracción se naturaliza y gana terreno en detrimento de las especies nativas o de los propios cultivos implantados. De las que logran naturalizarse, la mayoría igualmente no causa una alteración sustantiva en los nuevos territorios. No obstante otras, sí lo logran. Entre estas últimas varias pueden ser las razones que han permitido alcanzar un éxito importante en la diseminación y entre ellas encontramos: la posibilidad de escapar a predatores naturales, las estrategias reproductivas, el beneficio logrado por disturbios (cambios en el uso del suelo o la tecnología), la ausencia de controladores biológicos, el aprovechamiento de nuevos escenarios climáticos o cambios en el clima y la posibilidad de ocupar nichos vacantes dejados por otras especies.

Una planta invasora, no solo puede producir cambios en el propio ecosistema donde ingresa sino que puede contribuir o alterar completamente los regímenes de fuego, el ciclo de los nutrientes, la hidrología y los balances de energía de un ecosistema nativo, también como disminuir sensiblemente la abundancia o sobrevivencia de especies nativas.

En el caso de las áreas templadas, las principales plagas de cultivos son especies exóticas. Los gastos combinados de control de plagas y pérdidas de cosechas o tratamiento de productos agropecuarios implican la aplicación de un “impuesto extra” (y un enorme beneficio para las arcas de las corporaciones de agroquímicos) a la producción de alimentos, fibras, forrajes, agrocombustibles que generalmente, es a veces transferido a los productores y a los consumidores más pobres.

Si bien la bibliografía sobre bioinvasiones en la agricultura es ya bastante rica y extensa, mucho menos lo es, el estudio de la economía de las bioinvasiones, en términos de una identificación clara y asignación de costes directos como especialmente indirectos de los procesos bioinvasivos. Es más, hasta hoy día, el costo global de las enfermedades en plantas y animales, o el tratamiento y control de especies invasoras, esta parcialmente evaluado.

Una invasión biológica ocurre cuando los organismos, transportados por el medio que fuere, llegan a nuevos territorios, a menudo muy distantes. Este proceso de transporte puede ser indeseado o promovido, como a veces sucede con “nuevos cultivos” o materiales genéticos considerados productivos en un lugar y potencialmente útiles para otros espacios y destinos, sin un análisis completo de todos los procesos involucrados. Allí estos individuos proliferan, dispersan y logran persistir.

En un sentido estricto, las invasiones no son un fenómeno nuevo ni provocado exclusivamente por los humanos. Sin embargo, la magnitud geográfica, la frecuencia y el número de especies involucradas han crecido enormemente como consecuencia directa de la expansión del transporte y el comercio en los últimos quinientos años y en particular en los últimos doscientos. Ni qué hablar de los cambios producidos con la globalización del comercio y la caída de las barreras comerciales, desde fines del siglo XX. Son pocos los hábitats de la tierra que permanecen libres de especies introducidas por los seres humanos y mucho menos pueden considerarse inmunes a esta dispersión, especialmente aquella vinculada a los procesos de introducción o transformación de la agricultura moderna.

Desde un punto de vista meramente ecológico, las consecuencias adversas de las invasiones biológicas son diversas y están interconectadas y van desde cambios importantes sobre las especies dominantes en una comunidad, las propiedades físicas del ecosistema ya mencionadas, el ciclo de nutrientes, del agua, de la energía como de la productividad vegetal de esa comunidad.
Los efectos combinados de las bioinvasiones causadas por los seres humanos amenazan los esfuerzos de conservar la agrobiodiversidad, mantener la productividad del sistema agrícola, sustentar el funcionamiento de los ecosistemas naturales y de hecho proteger la seguridad ambiental, la seguridad alimentaria o la salud humana.

La amenaza ecológica más grave producida por una especie invasora es la destrucción de ecosistemas enteros, a menudo por plantas invasoras que se expanden en el territorio de las nativas o el aumentar tanto los costos de control en un agroecosistema, que lo convierten en inviable económica y productivamente.

En el caso de la agricultura, las especies invasoras se expandieron ampliamente. Mientras en muchos casos, el cultivo compite con especies nativas, generalmente que forman parte de pastizales nativos (gramíneas y de hoja ancha), las mismas son controladas a través de manejo agronómico, herbicidas otras prácticas o metodologías más sostenibles como aquellas sustentadas en prácticas y manejo agroecológico. Asimismo, existen algunas especies invasoras que se expanden de manera sostenida dentro de los sistemas agrícolas, especialmente en los territorios de grandes extensiones donde el potencial de la expansión de la agricultura favorece procesos agroindustriales de transformación.

En el caso de la expansión de la agricultura industrial, la principal promoción para el control de las bioinvasiones pasa por el uso de agroquímicos, especialmente herbicidas. El negocio de los herbicidas se expandió intensamente en la agricultura mundial, especialmente en modelos de producción intensivos. El creciente consumo se acompaña de una creciente resistencia o tolerancia en las malezas.

En la última década, la llegada de los cultivos transgénicos ha tenido una relación directa con estos procesos. Los principales cultivos, especialmente soja y maíz, fueron en esta primera camada de eventos transgénicos, diseñados para ser tolerantes a aquellos herbicidas de mayor conocimiento y expansión mundial, como el glifosato o tolerantes al ataque de lepidópteros o bien con ambos eventos conjuntos.

La soja transgénica resistente a herbicidas es el principal evento expandido en todo el mundo, y especialmente en la República Argentina. El nuevo evento asociado al modelo agronómico conocido como siembra directa fue el paquete ofrecido en el país para hacer frente a las malezas más importantes como el Sorgo de Alepo y el gramón (Cynodon dactylon), ambas gramíneas.

El Sorgo de Alepo es una de las malezas más gravosas de la agricultura de climas templados y ha sido en la Argentina un problema grave, desde los años treinta. La aparición de biotipos resistentes al glifosato en la actualidad suma un escalón de problemas adicional al ya complejo conflicto del control de esta bioinvasora que está transformando y ha transformado campos y sistemas productivos de todo el país.

El Sorgo de Alepo está considerado como una de las diez principales malezas de la agricultura mundial. Ha acompañado los planteos de la agricultura templada y subtropical en prácticamente todas las regiones del globo donde llegó, sea de manera fortuita o bien traída como especie forrajera, especialmente recomendada por su alta productividad y adaptabilidad en climas adversos. También por su producción de biomasa como por cierta palatabilidad era un elemento atractivo para la ganadería.

En la Argentina, el Sorgo de Alepo (Sorghum halepense) ingresa recomendado como planta forrajera tanto por el gobierno como por las semillerías a principios del siglo XX (alrededor del 1900). Rápidamente se difunde en la región norte del país y también de la misma manera, se percibe su efecto pernicioso sobre los campos. En dos décadas se convierte en una plaga de la agricultura y es declarada como tal y desde allí se comienza una lucha por medios mecánicos de todo tipo y posteriormente químicos que brindaron solo victorias parciales a los agricultores a costa de enormes costos, esfuerzos y pérdidas.

Al principio de la bioinvasión del Sorgo de Alepo convencional, sólo algunos técnicos aislados alertaron tempranamente sobre las implicancias de todo tipo que la intensificación en la siembra del Sorgo de Alepo podría generar sobre la estructura económica del sector rural de principios de siglo. Es así, que el Dr. William Cross, Director de la Estación Experimental Agroindustrial de Tucumán, alertaba a través de sus escritos e investigaciones sobre el proceso en ciernes.

Impactos que pasaban por la colonización de los campos por parte del Sorgo de Alepo y los tremendos costos para su erradicación, efectos sobre los agricultores en términos de su desaliento y abandono de la práctica agrícola, costos económicos y pérdidas de campos que ameritaban una mayor dedicación por sus efectos sociales y demás.


No obstante el alerta temprano de Cross, la reacción del gobierno argentino de entonces fue tardía y aún parcial. Desde la declaración de plaga en los años treinta (20 años después de la introducción), la especie estaba prácticamente instalada en todo el país o seguía incluso siendo expandida a expensas de su siembra como forrajera, hasta la creación de una Comisión de Lucha contra el Sorgo de Alepo, no se logró por supuesto erradicar y en muchos casos siquiera controlar la invasión. Los trabajos de difusión, los medios utilizados, las publicaciones fueron acciones tardías que no pudieron frenar la difusión.

La misma maquinaria agrícola facilitaba la expansión sin conocerse aún cabalmente todos los mecanismos de reproducción y capacidades de la especie en cuestión. Así como el Sorgo de Alepo es una maleza gravísima, para muchos considerada “la maleza perfecta” o “la pesadilla de los agricultores”, por su capacidad bioinvasiva y sus mecanismos de reproducción y adaptación, la industria agroquímica le dedico ingentes esfuerzos para “controlarlo”.

Hacia mediados de los años setenta se diseña el herbicida glifosato, uno de los herbicidas más conocidos por los agricultores. Es de los herbicidas más vendidos desde entonces, pero cuyo salto explosivo en el consumo se produjo desde mediados de los años noventa.

El glifosato, es un herbicida de amplio espectro, no selectivo y de acción sistémica, altamente efectivo para matar cualquier tipo de planta, que es absorbido principalmente por las partes verdes de los tejidos vegetales. Una vez ingresado en la planta, inhibe la acción del ácido shikimico, paso obligado hacia la síntesis de tres aminoácidos esenciales, presentes en las plantas superiores y ciertos microorganismos, pero no en los animales.

Las ventas mundiales de glifosato, superan los 2.000 millones de dólares y se estima que rondarán los 3.000 millones de dólares durante el próximo quinquenio, cifra equivalente a más de 40.000 toneladas de ingrediente activo. El glifosato cubre más del 60% de las ventas totales mundiales de herbicidas no selectivos, y tendrá aún un crecimiento mayor al incorporarse masivamente los eventos transgénicos relacionados con su consumo, especialmente la soja y el maíz.

Esta primera ola de eventos transgénicos ha sido adoptada por más de 10 millones de agricultores de 22 países ocupando alrededor de 100 millones de hectáreas en los once años desde que la tecnología se difunde comercialmente. Ocupan hasta ahora el 7% del total de la tierra agrícola disponible del mundo. Hasta hoy, el interés principal de las compañías que comercializan estos productos, se centran en aquellos países que por su dimensión territorial y consumo de agroquímicos presentasen disponibilidad para la absorción tecnológica. El 57% de estos territorios corresponden a la soja y el 25% al maíz. En conjunto el 68% de los transgénicos liberados responden a productos que son tolerantes a los herbicidas (especialmente al glifosato), el 19 a insecticidas (presentan tolerancia al ataque de lepidópteros) y el 13% presentan tolerancia a ambos.
Entre Estados Unidos (54 millones de hectáreas), Argentina (18 millones), Brasil (11,5 millones), Canadá (6,1 millones) y China (3,5 millones) alcanzan el 92% de toda la superficie mundial ocupada con organismos vegetales genéticamente modificados. Nuevos países con grandes territorios como la India y Sudáfrica, suman en promedio unas dos millones cada uno. Los demás países tienen territorios ocupados con mucha menor superficie involucrada.

El paquete tecnológico que llega a la Argentina tiene a la soja transgénica y al herbicida glifosato en su centro. Hoy ya también se promociona la difusión del maíz transgénico resistente a los herbicidas y con nuevos eventos “apilados”, en carpeta para aprobar o ya aprobados y liberados comercialmente por la SAGPyA de la Argentina. Hace diez años que los cultivos transgénicos son una realidad en el campo y el sistema agroalimentario argentino.

El paquete tecnológico de la Soja RG y el glifosato, bajo el sistema de siembra directa llegó para dos cosas: controlar y reducir el problemático control de malezas y su simplificación y potenciar la agriculturización a través de una secuencia sucesiva de cultivos agrícolas, especialmente al principio trigo y soja.

El tipo de tecnología ADN recombinante incorporada a las nuevas semillas, responde a un paquete intensivo en el uso de insumos que integra una práctica fácilmente apropiable como la siembra directa con un fuerte incremento en el consumo de herbicidas, fertilizantes, insecticidas, curasemillas, aceites minerales y riego, promovidos ampliamente tanto desde ciertos sectores de la esfera pública o privada.

Todo este proceso ha llevado a una acelerada “agriculturización” del sistema, una “sojización” del modelo que eliminó el planteo mixto y transformó, especial pero no únicamente a toda la Región Pampeana, en un área eminentemente monoproductiva. La nueva soja, es la base del modelo agrícola intensivo de producción que alcanza en Argentina, entre granos y subproductos un negocio de 11.000 millones de dólares en la actualidad. Pero si por un lado, el campo se enfrenta a una creciente concentración económica, una puja importante de las corporaciones, una tremenda distorsión en los precios y costos relativos a lo que debemos agregar el dumping desleal de las economías más desarrolladas por la vía de los subsidios agrícola, por el otro la “eficiencia productiva” del agro argentino, se sustenta en un subsidio natural relevante y una sobreexplotación del mismo que pone luces de alerta sobre la forma en que se está utilizando el suelo, la biodiversidad y los recursos naturales en este país.

En el marco general de la agricultura, la década de los noventa podrá ser recordada en el caso argentino como la “década del insumo”, pues se ha marcado claramente la explosión en el consumo de agroquímicos que facilitaron un fenomenal incremento de la producción primaria, la cual pasó de 26.000.000 millones de toneladas de granos y oleaginosas en 1988/89 a más de 94.000.000, récord de la producción granaria argentina, debido a las mayores producciones históricas de soja, maíz y trigo. Tampoco en superficie el crecimiento no para. La superficie sembrada ha crecido respecto al ciclo anterior (2006/2007) y pasó de 28,98 a 30,28 millones de hectáreas. Es decir, que siguiente la alocada carrera que generan los precios internacionales, los productores han incorporado más de un millón de hectáreas a la agricultura intensiva. Cayó para la campaña 2008/2009 por el ya remanido teleteatro entre la junta de desenlace del campo y el gobierno, pero nuevamente crecerá la soja y su siembra nuevamente en la campaña actual.

Las sojas RG (resistentes al herbicida glifosato) fueron adoptadas ya a los cinco años por la totalidad de los agricultores argentinos, adquiriendo el paquete semilla+herbicida, principalmente por el precio relativo más barato de ambos ofrecido (dentro del país) por las compañías multinacionales y la comodidad en el manejo. Esta tasa de adopción tecnológica no cuenta con ningún precedente a escala temporal que la iguale.

En velocidad de la adopción tecnológica, Argentina en el caso de los transgénicos supera ampliamente a aquella de países de fuerte base agrícola y tecnológica como los EE.UU. o el Canadá. Esta nueva tecnología, superó en el tema semillas a hitos históricos como la llegada de los híbridos de maíz o incluso el rápido proceso de refinación de pasturas, con la incorporación del alfalfa a principios de siglo. El desarrollo de estos primeros cultivos transgénicos no ha respondido como se intentó mostrar en una nueva Revolución Tecnológica que contribuiría a paliar acuciantes problemas humanos y ambientales, sino que por lo menos analizando esta primera camada de eventos se observa que se constituyen en una nueva herramienta del mismo modelo agrícola de la Revolución Verde, que si bien permitió aumentar los rendimientos físicos de los cultivos, produjo por otra parte secuelas ambientales y socioeconómicas sumamente serias. Los cambios tecnológicos y los precios internacionales del commoditie, junto con el ajuste del margen bruto tan mejorado respecto de otros cultivos para el productor, facilitaron esta explosión. Se sigue bajo el paradigma de un sistema agrícola sustentado –no sustentable– en el uso conspicuo de los recursos naturales, con una carga continua de insumos y demandas energéticas crecientes, para lograr mantener la respuesta de los cultivos sintéticos implantados.
La Argentina es uno de los países donde la técnica conservacionista de la siembra directa ha tenido más raigambre y uno de los factores que facilitó el paso de un histórico modelo de producción agropecuario mixto hacia una agricultura permanente.

Con esta técnica se ha permitido disminuir la erosión de los suelos e incluso recuperarlos, al utilizar una cubierta de rastrojos en superficie que los protege del impacto de la lluvia o el viento, pero a costa de un uso cada vez mayor de insumos químicos, especialmente herbicidas y fertilizantes y por otro lado con impactos sobre la flora microbiana del suelo y cambios en la población de plagas junto a nuevas enfermedades en los cultivos.

En respuesta a la demanda de la siembra directa, se produjeron importantes mejoras en el germoplasma de las variedades de soja, lográndose líneas mejor adaptadas y una mayor performance agronómica para los diferentes grupos de madurez, que han permitido inclusive, que se avance sobre áreas ambientalmente muy susceptibles, hacia el noreste y el noroeste del país, como decíamos abriendo directamente la frontera agropecuaria.

En la siembra directa, el rastrojo del cultivo anterior, especialmente en su volumen y calidad es muy importante. Estos restos facilitan una incorporación de la materia orgánica a través de la actividad bacteriana y demás organismos del suelo. El planteo agronómico de la siembra directa, también podría eventualmente ser aplicado en un modelo de producción agroecológica, en tanto en ese caso, debería eliminar algunos elementos que condicionan al sistema en el plano extensivo (herbicidas).

Por ello, es que resalto esta diferencia, al impulsarse actualmente lo que podemos llamar, un modelo de siembra directa industrial, que cumpliendo en parte con el mismo objetivo de no utilizar el arado y si utilizar el rastrojo en superficie, aplica herbicidas para el control de malezas (control químico) y una carga cada año mayor en volumen de agroquímicos para el control de estas malezas, que aumentan por otro lado en tolerancia y resistencia.

No obstante otros grupos de malezas entran al sistema al igual que nuevas plagas y enfermedades que demandan más agroquímicos para su control. El ya altamente costoso ataque que están sufriendo los cultivos del soja del Cono Sur, por la roya asiática de la soja (pakophora paquirrichi) son sólo un ejemplo de este proceso.

Es llamativo como se maneja en ese país la cuestión de la sustentabilidad. El discurso sobre la sustentabilidad y de la “ecoeficiencia” ha sido cooptado en Argentina por los impulsores de este modelo de siembra directa. Detrás de ellos están las grandes compañías de agroquímicos y semillas, que promueven las bondades de sus productos. Les acompañan una corte de investigadores dependientes y subyugados por las luces de un modelo económico que les nutre y apoya sus investigaciones parciales.

El sistema de siembra directa, creciente a nivel nacional –especialmente en Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires– y también fuertemente promovido a escala regional, necesita insumos básicos para sostener su éxito que además de agroquímicos, demanda de maquinaria adecuada, que han crecido en la década con la misma tendencia que la primera. El principal insumo básico de la siembra directa, fue el sostenerse exclusivamente en el uso conspicuo del herbicida glifosato –cuyas características comienzan a revisarse nuevamente en la actualidad– y que en la Argentina, ha tenido una expansión en el consumo inédita en todo el mundo, alcanzando en el año 2006 valores cercanos a los 180 millones de litros de droga comercial (en 1990 el consumo no llegaba al millón de equivalente litro comercial).

A partir del año 2000, se produce también una creciente expansión del modelo pampeano hacia otras ecoregiones mucho más sensibles ambiental y socialmente, como el NOA argentino, donde las sojas transgénicas, la siembra directa y el glifosato junto con una mayor utilización de agroquímicos comienzan a aplicarse con intensidad. A ello se suma la llegada de un nuevo agricultor, poco vinculado al local y su cultura: el productor pampeano. Este trae su lógica productiva junto con una mayor capitalización y formación técnica y conocimiento de nuevas tecnologías. A este proceso de imposición de un nuevo modelo productivo pampeano a otras ecoregiones que “no son Pampa”, lo he dado en llamar “pampeanización”.

Con la pampeanización se produce una fuerte transformación del sector rural en el NOA (noroeste argentino) y la llegada de nuevas tecnologías, productos, cambios en los patrones de uso y volúmenes de aplicación de agroquímicos.

Hacia mediados de esta primera década del siglo XXI, e incluso antes, se detectan en los campos del norte, que fueron hacia soja transgénica, la aparición de matas de Sorgo de Alepo que son resistentes al herbicida glifosato y que deben ser controladas con otros herbicidas. Las matas se muestran en apariencia resistentes al herbicida y por tanto se las ha llamado SARG: Sorgo de Alepo Resistente a Glifosato. Sin embargo hasta hoy en día, no se conocen con claridad los mecanismos de esta resistencia.

Desde ese momento, el corto periodo de control sin problemas para los agricultores comienza a acortarse y se empiezan a sugerir otras formas de manejo, siempre basadas en el uso de antiguos y conocidos herbicidas como el MSMA, paraquat, 2,4 D o bien en mezclas con glifosato. Todas combinaciones cuyos controles son más parciales que el glifosato, más costosas económicamente y de mayor impacto ambiental.

Además de ser un problema serio el caso de la bioinvasión con SARG por el sólo hecho de sus graves efectos, hay que tener en cuenta que no es tampoco una maleza común, anual sino que tiene especiales estrategias de permanencia, reproducción y es una planta perenne.

En 2007, las áreas donde se encontraba el SARG no sólo involucran a las provincias del NOA argentino sino que existen rodales del biotipo, en otras provincias argentinas como Santa Fe, Córdoba, Corrientes o Santiago del Estero. Aparentemente podría estar comprometido todo el país.
Si bien sólo luego de una primera campaña oficial, son menos de 100.000 las hectáreas afectadas por el SARG, utilizando los datos oficiales, se encuentran en juego alrededor de 100.000.000 de hectáreas totales potencialmente o pasibles de ser afectadas en el comienzo de la bioinvasión. Sólo para agricultura, con los granos esenciales de exportación, la superficie asciende a más de 30.000.0000.

La campaña para el seguimiento del SARG, encuentra al país aún “desarmado” frente a la necesidad de una estrategia de seguimiento del biotipo en distintas ecoregiones, a pesar de la gravedad que pueda involucrar la expansión y extensión de este Sorgo de Alepo a escala territorial.

El problema amerita ser encarado de manera integral y holística y no parcial y bajo un escenario de corto plazo, como en apariencia parece habérselo encarado hasta ahora. Los escenarios institucionales y económicos demuestran lamentablemente que Argentina seguirá apostando a la intensificación de su agricultura de base transgénica y acompañará solo con acciones reactivas su respuesta a los potenciales efectos de aparición de problemas como la emergencias de plagas y malezas como lo muestra el caso de la aparición del SARG, un “nuevo” Alepo resistente.

Casi ochenta años después, las acciones de política gubernamental parecen ser copiadas de aquellas que planteara la Secretaria de Agricultura en los años treinta. Desde la creación de un nuevo Comité de Luchas contra Plagas Resistentes hasta las formas de comunicación parcial utilizadas y la demanda hacia los agricultores, como si estos fueran los culpables de la instancia de aparición del Sorgo, solo permiten manifestar la preocupante situación de que el problema nuevamente no está siendo revisado de forma holística e integral y con respuestas que involucren acciones restauradoras y estabilizadoras del agroecosistema, aún a costa de pérdidas económicas iniciales en el marco de ese proceso.

En la siempre permanente recurrencia de un problema-una solución planteado ya desde las bases fundacionales de la química agrícola moderna de Justus von Liebig, los promotores siglo XXI de las compañías biotecnológicas y sus partenaires de la agroquímica sintética, festejan los nuevos escenarios por venir. http://www.ecoportal.net/

Por: Dr. Ing. Agr. Walter A. Pengue - Universidad Nacional de General Sarmiento, ICO. - ProECO, Programa de Economía Ecológica, GEPAMA, FADU, UBA.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Sensibilización y compromiso ambiental


Suelos y desarrollo sostenible


Cuando va a tener lugar un evento político-ambiental, es harto frecuente que ciertos expertos se reúnan previamente al objeto de ofrecer, infructuosamente, su opinión. Este es el caso de la noticia que analizamos rojas. El rotativo público acaba de editar una nota de prensa con el título de las “Nueve líneas rojas para salvar el planeta” en la que se presenta la síntesis de un documento elaborado por un grupo de eminentes científicos, entre los cuales figuran al menos dos premios Nóbel. Este es el saso de Paul Crutzen, del que ya hablamos en nuestro post “El Antropoceno: ¿Un Nuevo Periodo Geológico?”. Resulta que de los nueve problemas ambientales que ponen en riesgo el futuro de la civilización, tan los uno “no” concierne directamente a los suelos. Se trata de una prueba palmaria que nuestra supervivencia pasa por hacer un uso racional de los recursos edáficos. Si alguien lo pone en duda podéis mostrar este post (o el documento original) muy ufanos y taparles la boca. También resulta patente que la agricultura industrial, así como el uso de agroquímicos y en especial de los fertilizantes inorgánicos, son unas amenazas de enorme magnitud. ¡Se busca una nueva agricultura, respetuosa con los suelos y que emule las funciones naturales de los ecosistemas!. Todo ello lo hemos defendido hasta la extenuación en nuestra bitácora. Por si no queda claro, cada una de las líneas rojas desmenuzadas por los expertos aludidos es seguida por un comentario de nuestra propia cosecha, que abunda brevemente en la misma, desde un punto de vista edafológico. Pasemos pues, sin más dilación, a revisar “las nueve líneas rojas” que amenazan el futuro de la civilización contemporánea.




La expansión del hombre en la Tierra no tiene límite, pero debería tener nueve. Un grupo internacional de científicos alerta en Nature de que, si la humanidad quiere seguir habitando un planeta estable, debe cumplir un contrato con nueve líneas rojas que son fundamentales para conservar la Tierra.

"Este mensaje debería tener implicaciones profundas en futuras negociaciones sobre cambio climático", explica a Público Johan Rockström, investigador de la Universidad de Estocolmo (Suecia). Junto a un nutrido grupo de expertos medioambientales de tres continentes, Rockström señala que tres de estos límites ya se han cruzado: las emisiones de CO2, la extinción de especies y el equilibrio del ciclo del nitrógeno. Otros cuatro están a punto de caer, y afectan al uso de agua dulce, la acidificación de los océanos, la deforestación y la sobreproducción de fósforo. Junto a estos procesos, también es preciso contener los vertidos químicos al medio ambiente y los daños a la capa de ozono.

Los nueve puntos ponen las bases de un nuevo pacto con el planeta para que este mantenga las características que ha tenido durante los últimos 10.000 años. "No necesitamos un pacto global sobre cambio climático, sino sobre desarrollo sostenible", detalla Rockström.

El Nóbel Paul Crutzen, uno de los firmantes del artículo, acuñó en 2000 el término Antropoceno para explicar que la actividad humana en la Tierra ha inaugurado una nueva era geológica en la que los procesos que gobiernan el planeta ya no están controlados por la naturaleza, sino por el hombre. El Antropoceno vendría a sustituir al Holoceno, un periodo de estabilidad ambiental que ha permitido al hombre nacer, multiplicarse y crear civilizaciones durante milenios. El uso de combustibles fósiles desde la Revolución Industrial y la expansión de la agricultura a gran escala amenazan ese equilibrio que ha hecho posible la vida. Esto puede traer consecuencias catastróficas para algunas partes del mundo, alertan los expertos. Para evitarlo, han identificado nueve áreas y han fijado límites exactos para siete de ellas. El problema, dicen, debe ser abordado de forma global.

"No nos podemos permitir el lujo de concentrar los esfuerzos en sólo uno de estos límites", dice Rockström. Pero las líneas rojas ya han recibido algunas críticas. En las mismas páginas de Nature varios expertos comentan la propuesta y, mientras algunos saludan la idea, otros alertan de que puede ocasionar más degradación medioambiental, pues fomentan la idea de que no es necesario actuar hasta que se cruza el límite.

1. EMISIONES DE CO2 DESBOCADAS. Las emisiones de CO2 deben reducirse a 350 partes por millón si no se quiere llegar a un punto de no retorno. El aumento de las emisiones de CO2 es uno de los límites que ya se han transgredido. Las emisiones actuales son de 387 partes por millón (ppm), mientras que antes de la Revolución Industrial eran de 280 ppm. Los expertos proponen un límite de 350 ppm. Este límite permitiría asumir el margen de error de los actuales modelos climáticos, cuyas estimaciones de ascenso de las temperaturas en función de las emisiones podrían ser hasta dos grados menores que en la realidad. También permitirían conservar las dos placas polares y detener el retroceso del hielo en el Ártico y en la Antártida. En un comentario al artículo de Rockström, el físico de la Universidad de Oxford Myles Allen señala que fijar un límite de 350 ppm evita el verdadero problema: el ascenso de las temperaturas a 2º sobre el nivel preindustrial.

Comentario: Muchos de vosotros ya sabéis que los suelos albergan varias veces más carbono que la atmósfera. La agricultura convencional ha sido responsable de buena parte de las emisiones actuales desde el medio edáfico (como posteriormente reconocerán los autores). El cambio climático también fomenta las emisiones afectando, por ejemplo, a las ingentes cantidades que almacenan los suelos con permafrost y turberas de las regiones sub-polares, entre otras.
2. AUMENTA LA EXTINCIÓN DE ESPECIES. La desaparición de seres vivos es entre 100 y 1.000 veces superior a la que existía antes de la Revolución Industrial. El número de especies extinguidas desde la llegada del hombre a la Tierra no tiene precedente desde la última extinción en masa. Antes de la Revolución Industrial, desaparecía, como máximo, una especie de cada 1.000 al año. En la actualidad, el ritmo al que se están extinguiendo las especies es entre 100 y 1.000 veces mayor al que podría considerarse natural, según el estudio. El ser humano es el principal culpable. Los expertos han fijado un límite de 10 especies por cada 1.000 cada año.La pérdida de especies puede afectar al equilibrio global del planeta, destacan los expertos. Señalan que la reducción hace más vulnerables los ecosistemas en los que viven a otros cambios ambientales potenciados por el hombre. Se espera que este siglo el 30% de los mamíferos, aves y anfibios estén amenazados de extinción.

Comentario: Ya os hemos informado en numerosos post precedentes que los suelos parecen albergan mayor biodiversidad de organismos vivos que las comunidades que soportan. Estos son responsables del reciclado que llevan a cabo los ecosistemas. Sin la presencia de ciertos taxa en su seno tal función vital se colapsaría. Todavía no se ha realizado un solo inventario de su biodiversidad global en ningún lugar del planeta.
Más en: http://es.wikipedia.org/wiki/Animales_extinguidos

3. EL CICLO DE NITRÓGENO ESTÁ DESFASADO. El hombre fija más nitrógeno que la Tierra, lo que aumenta el calentamiento y la contaminación de acuíferos y océanos. La agricultura extensiva depende de los fertilizantes que provienen del nitrógeno. Estos productos han hecho posible grandes mejoras en el rendimiento del campo y la producción agrícola, pero también presentan un importante peligro ambiental. El nitrógeno es el elemento más abundante en el planeta y pasa de estado gaseoso en la atmósfera a estados sólidos en el suelo. El hombre ha aprovechado esta abundancia de nitrógeno para imitar ese proceso y generar derivados para fertilizar los campos. Como resultado se producen unos 120 millones de toneladas más de nitrógeno sólido, lo que supera la producción natural de la Tierra. Gran parte de los derivados del nitrógeno acaban contaminando acuíferos y produciendo gases que potencian el cambio climático. Los expertos proponen reducir la producción de nitrógeno un 75%.

Comentario: Los fertilizantes inorgánicos, aplicados en exceso por la agricultura industrial, generan una polución de suelo que altera sus funciones, viajando luego hasta las aguas corrientes o subterráneas para contaminarlas. Existen agriculturas alternativas mucho más respetuosas con el ambiente y el suelo que deben comenzar a ponerse en marcha. Los procedimientos usados por las culturas tradicionales y aborígenes ofrecen claves inmejorables con vistas a desarrollar un uso del suelo que evite este problema. Notar que el punto siete, y en menor medida el 5, conciernen al abuso de fertilizantes y agroquímicos. Tales compuestos se han convertido en el principal veneno del Planeta.
Más en: http://es.wikipedia.org/wiki/Ciclo_del_nitr%C3%B3geno

4. OCÉANOS DEMASIADO ÁCIDOS. Las aguas de los océanos se están haciendo más ácidas debido al exceso de CO2, que amenaza a corales y moluscos. El exceso de CO2 que produce el hombre no sólo potencia el calentamiento, sino también un proceso paralelo que hace las aguas del océano más ácidas. Este fenómeno afecta directamente a multitud de especies que son muy sensibles a los cambios del pH, especialmente el coral y los moluscos que cubren su cuerpo con conchas. El aumento de la acidez de los océanos limita la capacidad de estos organismos de generar los resistentes productos que componen sus conchas, que son esenciales para su supervivencia. Esto tendría a su vez un impacto en el resto de especies que aún se desconoce, señalan los expertos. Proponen tomar como medida la abundancia en el agua de aragonita, uno de los compuestos en las conchas de los moluscos cuya saturación en el océano viene bajando desde tiempos preindustriales. Señalan un límite de saturación de 2,75. El actual es 2,90.

Comentario: En esta línea roja podríamos implicar también a los suelos, debido a que emiten a la atmósfera ingentes cantidades de carbono. Pero dejémoslo como está, por cuanto es el único ítem que no concierne “directamente” al medio edáfico.
5. UNA SED DE AGUADULCE INSACIABLE. El ser humano requiere 2.600 kilómetros cúbicos de agua cada año. El umbral de riesgo se sitúa en 4.000 km3. El ciclo que sigue el agua dulce en el planeta ha entrado en una nueva era: el Antropoceno. La injerencia del ser humano en el curso natural de la Tierra es tal que ya es el principal responsable del flujo de los ríos. Se estima que el 25% de las cuencas fluviales del mundo se seca antes de llegar a los océanos, a causa de la voracidad humana, de la descontrolada utilización del agua dulce. A juicio del grupo de científicos, la amenaza que se cierne sobre la humanidad por el "deterioro" de los recursos globales de agua es triple: la pérdida de la humedad del suelo, a causa de la deforestación; el desplazamiento de las escorrentías y el impacto en el volumen de precipitaciones. Según los expertos, la línea roja en el consumo de agua dulce se sitúa en los 4.000 kilómetros cúbicos al año. Actualmente, alcanza los 2.600 y va en aumento.

Comentario: La erosión del suelo, pérdida de materia orgánica (debida a las prácticas agrarias, varias mencionadas en este texto) indispensable para mantener unas buenas propiedades hidrofísicas del medio edáfico, contaminación de los suelos por agroquímicos (y como corolario de aguas dulces y marinas), así como el uso de cultivos con irrigaciones que consumen una cantidad enorme cantidad de agua (mayor que la requerida por las restantes actividades humanas), deviene en una buena parte del problema ya apuntado en esta línea roja. Una nueva agricultura, que genere suelos con capacidades idóneas en el almacenamiento de agua, resulta ser imperativa.
Más en: http://www.monografias.com/trabajos14/problemadelagua/problemadelagua.shtml

6. CAMBIOS EN LA UTILIZACIÓN DE LA TIERRA. Las tierras destinadas a la agricultura no deberían superar el 15% del total, y esa cifra está hoy cercana al 12%. La expansión de los cultivos también amenaza la sostenibilidad a largo plazo. La conversión de bosques y otros ecosistemas en tierras agrícolas se ha producido a un ritmo medio del 0,8% cada año en los últimos 40-50 años. Los científicos proponen que no más del 15% de la superficie de la Tierra -excluyendo los polos- se convierta en tierras de cultivo, y alertan de que, en este momento, la cifra ronda el 12%. El estudio apunta que los sistemas agrícolas que mejor imitan los procesos naturales podrían permitir una ampliación de este límite, aunque otros factores deberían controlarse. La degradación de la tierra, la pérdida de agua de riego, la competencia con el suelo urbano o la producción de biocombustibles son algunos de ellos. Reservar las tierras más productivas para la agricultura es una de sus principales recomendaciones.

Comentario: Aunque cambie el vocablo, no lo hace el contenido. Podemos sustituir tierra por suelo, atesorando la misma veracidad. Se nos advierte que la puesta en cultivo de más suelos (o tierras) no debe sobrepasar un límite poco mayor que el actual. De nuevo, se reclama una agricultura más eficiente, que no una expansión de la misma que terminaría por devorar una buena parte de los espacios naturales que aun nos restan. Vuelve hacerse énfasis en la imperiosa necesidad de una nueva agricultura (sin fertilizantes y otros agroquímicos, eficiente el uso del agua y que no promueva la degradación y erosión del suelo), que emule las funciones de los ecosistemas. Como señalan los autores, se trata de una de las vías más prometedoras, con vistas a paliar los graves problemas ambientales que acucian a la humanidad. De nuevo nuestros antepasados pueden darnos lecciones de sustentabilidad.

7. EL FÓSFORO Y LA CATÁSTROFE EN LOS MARES. El abuso de fertilizantes en la agricultura ha provocado una sobredosis de fósforo en el mar que amenaza la vida oceánica. La humanidad está cerca de cruzar un umbral peligroso. Cada año, alrededor de nueve millones de toneladas de fósforo, procedentes sobre todo de los fertilizantes agrícolas, pero también de productos domésticos como la pasta de dientes, acaban en el océano. Si esta cantidad supera los 11 millones de toneladas se producirá una extinción masiva de la vida marina, como ya ha ocurrido muchas veces a lo largo de la historia. Este fenómeno, conocido como "evento anóxico oceánico", se desencadena por el agotamiento del oxígeno en el agua marina a consecuencia de la sobredosis de fósforo. Los umbrales que provocarían la catástrofe ya se han superado en algunos estuarios y sistemas de agua dulce, pero los científicos creen que, si se mantienen los flujos de fósforo actuales, el riesgo se evitará durante el próximo milenio.

Comentario: Todo lo apuntado en el punto tres, resulta también ser válido aquí. Los fertilizantes y otros residuos han perturbado profunda y negativamente los ciclos biogeoquímicos del nitrógeno y del fósforo. Cuando se alude al océano, debéis tener en cuenta de que es lo que denominamos floraciones algales y puntos muertos en nuestro blog. Hemos mostrado abundante material acerca de este gravísimo problema.

8. REDUCCIÓN DE LA CAPA DE OZONO. El agujero en la capa de ozono sigue existiendo, por lo que se fija un límite para garantizar la recuperación. El agujero en la capa de ozono sobre la Antártida existirá aún varias décadas, al igual que su concentración en el Ártico. Los autores alaban la efectividad del Protocolo de Montreal, en el que la mayoría de países del mundo fijaron una estrategia común. El pacto ha permitido que la concentración de los productos químicos que destruyen el ozono en la atmósfera haya disminuido casi un 10%. Sin embargo, la capa de ozono tarda mucho en recuperarse, por lo que los expertos proponen un límite global a la disminución de ozono de 276 unidades Dobson -una medida del ozono-. El nivel actual es de 283 y el preindustrial era de 290. El nobel Mario Molina, que fue premiado por su trabajo sobre la capa de ozono, comenta en Nature que este límite es aceptable, pero que cruzarlo no ocasionaría un cambio irreversible.

Comentario: Retornamos de nuevo, en parte, al problema de los agroquímicos, aunque en este caso concierne a los pesticidas que se aplican a suelos y plantas. Tal es el caso del bromuro de metilo, tremendamente dañino para la preservación de la ozonósfera (actualmente prohibido). El investigador Español y amigo personal, Antonio Bello, fue premiado por la EPA norteamericana por su lucha contra la aplicación de este pesticida al suelo.

9. LOS AEROSOLES SE DUPLICAN. Los autores no han fijado los umbrales para la contaminación ni la cantidad de partículas en suspensión. Producto de la actividad humana desde el comienzo de la era industrial, la concentración atmosférica de aerosoles se ha duplicado. Numerosos estudios vinculan la acumulación de partículas en suspensión con cambios en el clima, ya que reflejan la radiación solar incidente, así como con la formación de nubes, lo que afecta a los ciclos de precipitaciones. Además, los aerosoles afectan directamente a la salud de las personas. Sin embargo, la compleja naturaleza de las distintas partículas dificulta el establecimiento de un único valor límite. Algo similar ocurre con la contaminación química. En la actualidad hay cerca de 100.000 compuestos, cada uno con su particular grado de toxicidad. Su efecto acumulado es claro, afecta a la salud de los ecosistemas y altera los ciclos naturales.
Autor: Nuño Domínguez

Comentario: Aunque los autores (o el resumen de la nota de prensa) no haga mención a los aerosoles de origen natural (materiales del suelo), cuyo incremento en la atmósfera ha sido propiciado por la desertificación y una agricultura que fomenta la exposición de la superficie de los suelos a las inclemencias atmosféricas, estos resultan ser se suma importancia. Las nubes de polvo y las lluvias rojas atestiguan que la degradación de tierras ha hecho aumentar la suspensión de partículas de suelos en la atmósfera, alterando su balance radiativo, y dañando la salud de la población.
Más en: http://es.wikipedia.org/wiki/Aerosol

Juan José Ibáñez

martes, 22 de septiembre de 2009

Sensibilización y compromiso ambiental

Calidad del aire, sequía y erosión del suelo








Quien contamina paga. Ojalá fuera cierto pero es mera propaganda política. Sin embargo va a resultar que la atmósfera se toma la justicia por su cuenta. Recientes estudios muestran que la contaminación del aire generada por las actividades industriales incrementa el número de partículas en suspensión atmosférica, pero a costa de disminuir su tamaño. Hablamos de aerosoles. Estos últimos actúan como nucleadores del vapor de agua que, al convertirse en gotas, terminan por caer al suelo en forma de precipitaciones. No obstante si el tamaño de los aerosoles es demasiado pequeño, también lo es su potencial para condensar el vapor de agua. Dicho de otro modo, las gotas son demasiado pequeñas como para formar las nubes que desprenden precipitaciones. Y al acaecer tal proceso, no se reduce la cantidad de agua precipitada, sino que cuando llueve, lo hace de un modo más torrencial en detrimento de la de naturaleza más suave. En otras palabras, se induce un aumento de la torrencialidad. Como corolario, los suelos en lugar de empaparse lentamente hasta saturarse, sufren el impacto de tormentas intensas que incrementan la escorrentía superficial, el sellado del suelo y la erosión. Resultado: para una misma cantidad de precipitación anual se incrementa el déficit hídrico (sequía), disminuyendo la producción de cosechas y fomentando la erosión de los recursos edáficos. Tal narración pudiera parecer a algunos “el cuento de caperucita”. Pues no es el caso. Investigaciones recientes llevadas a cabo en China “parecen” demostrar que la sequía que padecen extensas zonas del NE de aquél país es debida a la contaminación del aire que aqueja a sus ciudades, y no a cambios en la circulación atmosférica, ni al vapor de agua que contienen.

Es palmario que las investigaciones actuales sobre el cambio climático no van a lograr frenar el aumento en el efecto de invernadero. De eso se encargan con fervor inusitado la economía bobalizante y sus defensores. Sin embargo, vamos a aprender algo más a cerca de cómo se ha generado todo este proceso catastrófico, así como mejorar ciertos procesos biogeosféricos subyacentes. En este contexto, diversos estudios constatan como las partículas de materia en suspensión aérea desempeñan papeles muy relevantes sobre el clima y algunos eventos atmosféricos que hace años ni vislumbrábamos. Hemos intentado varias veces hablar de este tema. Sin embargo, resulta harto complejo, por cuanto no depende del número de partículas o aerosoles que contiene el aire si no que también influyen su composición,tamaño, etc.

Ya sabemos que la mala calidad del aire genera lluvia ácida, a demás de afectar gravemente la salud de la población que la padece. Ahora bien, lo que acabamos de comenzar a narrar nos parece bastante más insólito y novedoso, por cuanto quedan vinculadas contaminación del aire, lluvias útiles para la producción agropecuaria, tormentas que puedan dar lugar a erosión e inundaciones, así como el agravamiento de los problemas de desertización. ¡Vaya lío!. Digamos que en China su falta de cuidado por la contaminación atmosférica induce pobreza y falta de agua en el agro, poniendo en riesgo su seguridad alimentaria. Y todo ello sin que quede afectada la cantidad total de agua precipitada. Ósea que por los designios biogeosféricos, el país que contamina paga, aunque el peso directo de tal desastre recae, como casi siempre, sobre las espaldas de los más desheredados, en este caso los campesinos. A demás de obtener menores cosechas, el gobierno de este país les recortan los suministros de agua, con vistas a que la China capitalista siga contaminando. Esto es a lo que yo llamo justicia bobalzante.
Juanjo Ibáñez
Foto: Contaminación del aire en China. Fuente: Treehugger

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Sensibilización y compromiso ambiental

Árboles Frutales y Rotación de Cultivos.

El cultivo de hortalizas bajo árboles frutales favorece según Fukuoka que el número de plagas de insectos sea bajo. Aquellas, junto a árboles acompañantes como árboles de efecto “abono”, “rompevientos” y una combinación de perennes y caducifolios así como las “malezas de malas hierbas” ayudan a mantener el equilibrio entre las plagas y los depredadores naturales de éstas.








Además, enfermedades importantes y plagas como escarabajos longicornes e insectos cóccidos son provocados por variables como la disminución de vigor del árbol, pobre ventilación, penetración de la luz inadecuada, o una combinación de ellas. La fertilidad del suelo generada por el método previamente descrito, contribuye pues a limitar los daños reseñados (cobertura diversa de árboles, hortalizas, abono verde., etc.)

Usando los métodos de “cultivo natural”, sostiene Fukuoka, que para los árboles frutales se crea, realmente, un huerto “tridimensional”. Todos los elementos dispares del huerto: árboles frutales, árboles de abono, árboles rompevientos, árboles perennes y caducifolios, cobertura de abono verde, hortalizas, cereales y “malas hierbas” quedan dentro de lo que Fukuoka considera como cultivo rotativo. Según sus propias palabras:

“Más que un simple lugar para cultivar fruta, el huerto llega a ser una comunidad orgánicamente integrada que incluye aves de corral, ganado y por supuesto seres humanos. Y si un huerto natural puede ser organizado y explotado así, como un simple y sencillo microcosmos, no hay razón para pensar que no se podría vivir de él autosuficientemente. Mirando con igual objetividad el caso de los insectos, a los que el ser humano clasifica _sólo según su criterio_ en insectos beneficiosos o perjudiciales, la gente verá que este Mundo es un Mundo de coexistencia y beneficio mutuo, y llegará a comprender que los métodos de cultivo que reclaman grandes aportes de fertilizantes y de energía sólo pueden servir para despojar al terreno de su fertilidad natural.”

Dicho de otro modo, Fukuoka nos enseña como en un agroecosistema muy diversificado, que emula a un ecosistema natural, los inputs que hoy dañan el medio ambiente y nuestra propia salida son prácticamente innecesarios. Así, aun incluso aunque obtuviéramos menores cosechas (y no suele ser el caso), sus relaciones costo/beneficio podrían justificarse. Y que decir si hablamos de la multitud de agricultores autárquicos que viven en los países en vías de desarrollo……. Alimentos sanos, independencia de las pavorosas multinacionales agroalimentarias tipo Montsanto, etc.

Establecimiento y preparado del Huerto de Frutales

Pueden ser usados los mismos métodos de los que se hacen uso en la reforestación. No debería limpiarse ni alisarse con máquinas el terreno porque trastorna y deteriora la capa superficial rica en humus. Los terrenos “pelados” pierden la riqueza de los horizontes superficiales de los suelos.

Tras un desbroce, los troncos, ramas, hojas se acumulan en el propio terreno, a la espera de que se descompongan de forma natural. Esta materia orgánica aportará nutrientes a los árboles frutales, ayuda a reprimir el crecimiento de malas hierbas (o mejor dicho de especies vegetales que compiten con las que benefician al huerto sin aportar nada a cambio), evita la proliferación de microorganismos nocivos en el medio edáfico y enriquecen y mejora, en general, el terreno.




Nótese que las tendencias actuales a utilizar los residuos agrícolas para la obtención de biocombustibles de segunda generación, rompen topa la dinámica natural del reciclado de nutrientes que defiende Fukuoka, por lo que más pronto que tarde tendrán que ser fertilizados, eutrofizando el ambiente (suelos y aguas) de una forma insalubre para los ecosistemas naturales y la salud humana.

Un pie de la capa superficial del suelo alberga los suficientes nutrientes suficientes para mantener los árboles frutales durante diez años sin fertilización (posiblemente tres pies para treinta años). Así pues, es factible el uso del rico y fértil suelo de un bosque natural para el cultivo sin fertilizantes ni agroquímicos. Así, de acuerdo a Fukuoka es positivo el siguiente procedimiento: A intervalos iguales a lo largo de los límites de una colina se excavan hoyos razonablemente profundos, rellenándose después de materia orgánica tosca, para plantar finalmente sobre estos lechos los retoños de frutales.

Los cítricos pueden ser desarrollados a partir de retoños injertados con rizomas. Los árboles crecidos a partir de semillas, cuando se tiene gran cuidado, se desarrollarán más rápidamente. Los manzanos pueden ser usados como injertos de manzano enano, aunque también es interesante sembrar semillas directamente y dejar crecer los vástagos jóvenes con su forma natural. De este modo, obtendremos árboles con frutos de diferentes tamaños y formas. La variedad enriquece y ante la alternancia de cosechas o plagas asegura que hallemos variedad de fruta.

Excavados grandes hoyos entre tocones y raigones talados por todos los lados se plantan retoños no podados y semillas de frutos, dejándolo todo desatendido igual que en las reforestaciones. Al crecer “malas hierbas”, matorrales bajos y serpollos de los tocones tendremos que segar dos veces por año con una hoz grande las “malas hierbas” y “maleza” en general. Los residuos son importantes: no se trata de desechos, sino de fertilizantes naturales.




Aunque Fukuoka es contrario a la esclavitud de la poda, también reconoce la necesaria rectificación de los vástagos jóvenes trasplantados con vistas a corregir la organización de las ramas. Tal práctica resulta beneficiosa ya que, si se seca el extremo o si se ha recortado demasiado el sistema de raíces, puede surgir un número anormalmente grande de serpollos, por lo que las ramas se entrelazarían y se enredarían. A fin de que los árboles frutales se acerquen más a su forma natural deberán despuntarse lo antes posible renuevos y brotes que surjan en puntos no naturales. Debería tenerse paciencia a la hora de podar, prestando atención y protección al árbol para que adquiera de por sí la forma natural.

Cinco o seis años después, cuando los árboles se cargan de fruta, puede resultar interesante excavar con azadón el lado del árbol que mira a la colina y formar escalones a modo de terrazas con un sendero por la ladera. Una vez construidas y recolocada la “maleza”, original podemos plantar “malas hierbas blandas” como álsine, Fallopia japonica y garrachuelo, y luego trébol.

Debe evitarse a toda costa el monocultivo: cultívense árboles frutales caducifolios y perennes y entre ellos árboles que servirán de abono vegetal ayudando a su vez a proteger el suelo. Todos ellos dependen del ambiente en donde se ubica el huerto. Fukuoka propone varios como: La acacia (leguminosa), mirtos (ácido fosfórico y potasa), alisos y Podocarpus. También serían convenientes árboles grandes y robustos y plantas trepadoras como vides, akebia, grosella silvestre de China, así como leguminosas productoras de abono vegetal. De este modo, plantas forrajeras y verduras semisalvajes pueden ser cultivadas en abundancia y dejar a las aves y al ganado bovino circular libremente por el huerto, haciendo un uso tridimensional completo del espacio, “un Paraíso en La Tierra”.

Con el propósito de gestionar el suelo y promover la conversión de los materiales expuestos a la intemperie, así como los procedentes del lecho rocoso en un medio edáfico enriquecido en materia orgánica y nutrientes que permita para cultivar cosechas sin fertilizantes, el método de Masanobu Fukuoka hace uso de cultivo de recubrimiento, superando el problema de los fertilizantes que a la larga empobrecen o dañan la edafosfera. Pero como ya hemos reiterado en otras ocasiones las especies a emplear bien pueden ser autóctonas de cada ambiente geográfico concreto. Salvo excepciones, existen otras muchas que pueden cumplir los objetivos marcados en abundancia.

Se cultiva como especie principal el trébol “ladino” y como secundarios otras hierbas tales como alfalfa, altramuz y Medicago arabica. Para acondicionar los estratos profundos se plantan árboles fertilizantes como Acacia mearnsii, Myrthus y Podocarpus.

El Trébol “ladino” (o trébol rastrero: Trifolium repens): es adecuado para huertos de cítricos y frutales de hoja caduca. Es recomendable realizar la siembra en hoyo a principios de otoño (o tardía para evitar el ataque de insectos) sin cubrir la superficie del suelo. También se puede esparcir al vuelo entre las “malas hierbas” moribundas a finales de otoño o en primavera. El trébol se manipula como un césped, debido a la posible emergencia de “malas hierbas” perennes (como acedera o diente de león), así como plantas sarmentosas o trepadoras (convólvulo, cogón, helechos, etc.). Tal estructura vegetal precisa siegas más frecuentes. También pueden esparcirse cenizas de madera o carbón. Al cabo de 2 o 3 años todas las “malas hierbas” habrán sido desplazadas y habrá mejorado el suelo, al menos hasta una profundidad de 45 centímetros.

La Alfalfa: resulta recomendable para ambientes más áridos, ya sea en áreas cálidas donde el trébol pierde vigor en verano, o áreas frías y secas, donde lo mezclaremos con alfalfa. La alfalfa crece bien en diques de tierra y mejora el suelo a profundidades superiores a los 2 metros. Robusta y perenne sirve de alimento de tipo forrajero. El altramuz puede ser usado en verano. Nótese que estas últimas tres plantas son leguminosas, es decir fijadoras de nitrógeno atmosférico gracias a su simbiosis con rizobios. Por ello mejoran el balance carbono/nitrógeno del suelo, favoreciendo el desarrollo de otras especies vegetales, la descomposición de la materia orgánica y la constitución de comunidades de microorganismos del suelo más activas a la hora de reciclar los nutrientes de la necromasa.

Medicago arabica: es útil en el control de “malas hierbas” de primavera e invierno (se marchita en verano, volviendo a crecer en otoño). Se trata de una especie valiosa en la rotación de cultivos, precediendo a hortalizas de verano.

Acacia mearnsii: aparte de su papel fertilizante (también es una leguminosa), se trata de una planta leñosa que se asocia bien con cultivo de vegetales de recubrimiento del suelo. Esta especie mejora los horizontes profundos, atesorando una acción anti-ácaros por atraer a áfidos y cóccidos que dan apoyo a poblaciones crecientes de mariquitas (es decir promueve la aparición natural de antagonistas y depredadores de la microfauna que puede dañar el cultivo si se presentan en poblaciones abundantes. Fukoka recomienda, cuando es posible, cinco acacias por cuarto de acre de terreno, esparcidas entre los frutales. El mismo autor a usado tal estrategia con vistas a la mejora de suelos degradados o con propiedades deficientes: esparce simientes por doquier y tras 5 o 6 años corta y entierra en zanjas profundas del huerto los troncos y productos de la roza (propiciando una dinámica que en un bosque natural ocurriría con mayor lentitud).

Nociones básicas sobre preparación del terreno con un recubrimiento vegetal

Siempre debemos comenzar por estudiar y entender las condiciones locales del entorno, como ya se ha comentado. Un cultivo de trébol permanece vigoroso unos 6 o 7 años, 10 años con unos buenos cuidados, ralentizando después su crecimiento, y como corolario no pudiendo impedir la emergencia de “malas hierbas”. Principalmente Fukuoka, para las condiciones de Japón en las que trabajó encontraría trepadoras y rastreras tales como kudzu y convólvulo, así como otras de hoja perenne (por ejemplo acederas), que si no interfieren en las labores de granja son favorables para enriquecimiento y desarrollo del terreno. Si el trébol falla tras probar la replantación se puede cambiar a un recubrimiento de hortalizas.

Insistimos una vez más que Los recursos genéticos a utilizar en los cultivos, ya sea para el consumo, o como plantas mejorantes de los cultivos de cobertura que pretenden mejorar la calidad del suelo dependen en gran medida de las condiciones locales. Todas las plantas emergen por alguna razón. Una sucesión de hierbas tiene lugar a lo largo de los años según el suelo se hace más rico. Sembrando semillas de hortalizas de la misma familia de las “malas hierbas” que crecen en el huerto pueden, eventualmente, desplazarlas”.

Una cobertura de “malas hierbas” actúa igual, aunque da más problemas en la siega, el cultivo de hortalizas entre “malas hierbas” también es una poderosa técnica de mejoramiento del suelo: pueden ser cultivadas simplemente esparciendo en el huerto semillas de crucíferas en otoño, solanáceas en primavera y leguminosas a principios del verano.

Se necesitan de 5 a 10 años para conseguir 15 centímetros de espesor de suelo superficial con vegetales de cobertura (sin que ello signifique que el hortelano no pueda extraer productos de valor hasta esa fecha). No obstante, a cambio de este precioso tiempo y el ahorro de fertilizantes químicos que arruinan nuestros suelos, Masanobu Fukuoka nos regala una agricultura en la que la tierra vive fértil a lo largo del tiempo, sin labrar, ni escardar, ni abonar.

Control de enfermedades y plagas

Los cultivos más susceptibles a ataques son los que han sido “mejorados” artificialmente reduciendo su resistencia a cambio de otros bienes que tarde o temprano descapitalizarán. Las variedades más próximas a sus antepasados naturales son más resistentes y no requieren de pesticidas.
Masanobu Fukuoka en: http://www.youtube.com/watch?v=v2aKo6la7J4

Xabier Abalo.
Comentarios adicionales de Juan José Ibáñez

martes, 15 de septiembre de 2009

Notiecológicas

Agricultura de conservación: Cuando los acuíferos se agotan



Si los europeos valoráramos los recursos edáficos como se hace en USA, no habríamos alcanzado las cotas de degradación de suelos que hoy padecemos. La noticia que vamos a ofrecer hoy es una clara muestra de ello. En una región de las altas llanuras de Texas, el abuso de irrigación comenzó a vaciar el acuífero. Se trata de una zona semiárida en donde el recurso agua es un bien escaso. Bajo los usos que se llevaban a cabo, los contenidos de materia orgánica del suelo a penas alcanzaban la cifra del 1%. En consecuencia, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), junto a universidades y asociaciones agropecuarias, iniciaron un ambicioso proyecto: encontrar sistemas de usos del suelo sustentables, económicamente rentables y eficientes en el uso del agua (al parecer, al menos en muchos enclaves, reconvirtiendo las parcelas cultivadas bajo riego a sistemas de secano).


La retención del agua por los suelos demanda una buena estructura y, como corolario, contenidos elevados de materia orgánica. También se contabilizaron las praderas cuyos suelos se encontraban degradados, las cuales fueron dejadas en barbecho (sin cultivar durante unos años, con vistas a que los suelos subyacentes mejoraran propiedades hidrofísicas). Con vistas a cumplir tales propósitos, con anterioridad a que el acuífero se agotara, se testaron múltiples sistemas de uso con diversos tipos de rotaciones de plantas (el algodón debía ser por allí el cultivo predominante), distintos procedimientos de rotación, viabilidad de su reconversión a pastos, eficacia de los cortavientos, reforestación, etc.


Sabemos que monitorizar los cambios del suelo, bajo distintos usos, puede requerir mucho tiempo. Conforme a estudios llevados a cabo previamente, se sabía que no se observarían cambios significativos de los contenidos de materia orgánica antes de los 10 años. ¡Demasiado tiempo!. En consecuencia, algunos investigadores entre los que se encontraba Verónica Acosta Martínez, comenzaron a indagar si podía estimarse la mejora (o deterioro) de la calidad de los suelos mediante otros procedimientos, como lo es la microbiología y la enzimología de suelos.


Finalmente detectaron que analizando la diversidad microbiana de las comunidades del suelo mediante técnicas moleculares, tal periodo de espera podía reducirse a 3 años. Para ello utilizaron una técnica de análisis de DNA denominada de “piro-secuenciación”. Los resultados, en opinión de los autores fueron todo un éxito. La biodiversidad microbiana funcionaba como una eficiente indicadora de las mejoras que se iban produciendo en la calidad del suelo bajo las diferentes pruebas realizadas para los usos alternativos testados, y a largo plazo también predecían los contenidos de materia orgánica. Así mismo, detectaron un aumento del carbono orgánico de origen microbiano.



Resulta esclarecedor que, cuando las cosas se quieren hacer correctamente, finalmente se alcanza el éxito. Los granjeros y rancheros cedían parcelas para los test que realizaban los expertos, mientras que otras instituciones gubernamentales y estatales subvencionaban las posibles pérdidas económicas ocasionadas por los mismos a sus propietarios. Los pastos cuyos suelos eran altamente erosionables fueron preservadas del pastoreo sobrepastoreo (por una década) en el contexto de este programa, etc



El Proyecto parece que se encuentra cerca de su finalización, llegando la hora de planificar la gestión del territorio y los usos sustentables que pueda albergar con un uso eficiente del sistema suelo-planta-agua. Si comparo estas iniciativas con la desidia gubernamental y ciudadana existente en España (y posiblemente también en otros países de Latinoamérica y de la propia Unión Europea), uno solo puede sentir una sana envidia.
Por: Juan José Ibáñez
Foto: Daily Yonder. Rancho en los altos llanos de texas con cortavientos.
Los notas de prensa incluyen mucha más información y los enlaces a los que direcciona resultan ser de suma utilidad.


Lea más sobre esta investigación en la revista 'Agricultural Research' de agosto del 2009.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Sensibilización y compromiso ambiental

¿Qué hacer con las pilas?

Aunque las pilas son una cómoda fuente de energía productora de electricidad a partir de reacciones químicas, una vez agotadas en la basura constituyen un residuo especialmente peligroso.

A todas las llamamos genéricamente pilas, pero sus nombres son variados y derivan de la composición interna. Pueden ser alcalinas, carbón-zinc, níquel-cadmio, botón según tengan mercurio, litio y óxido de plata, zinc-aire.

De ellas se alimenta hoy buena parte de la aparatología que usa el hombre moderno, pero el problema principal comienza en el momento de arrojarlas a la basura, ya que, por ejemplo, una micrópilo de mercurio puede contaminar 600.000 litros de agua al liberar sus componentes de mercurio o cadmio, el cual al entrar en contacto con la tierra y posteriormente cuando perchonan y llegan a la ñapa de agua, contaminan la cadena alimentaría.

Si tomamos en cuenta que, sólo en Estados Unidos se eliminan 200 millones de pilas por año, nos daremos cuenta que el tema es más que preocupante.

Cuando la industria electrónica logró niveles de miniaturización casi inimaginables en sus diseños, con la consiguiente facilidad para la fabricación de aparatos portátiles, se produjo una gran explosión de producción seguida de un gran consumo. Al igual que en muchos otros rubros, la industria y el comercio no se preguntaron por el impacto que causarían en el medio ambiente tales productos. Así nos encontramos hoy en el mundo y en nuestro país, que no ha escapado a esta corriente, con el uso creciente de pilas, sin haber desarrollado métodos adecuados para la eliminación o reciclado de estos elementos.

En la Argentina y según el INDEC, ingresaron en 1991 4.013.539 k de pilas.
No existen iniciativas gubernamentales tendientes a buscar soluciones a pesar de considerar a la pila un residuo peligroso según la ley nacional 24051. La ley llama sustancias ecotóxicas a todo aquel desecho que si se libera, produce efectos adversos inmediatos o retardados en el medio ambiente.

Han surgido en los últimos años algunas experiencias llevadas a cabo por organizaciones no gubernamentales (ONG), en diferentes puntos del país tales como Bariloche, Córdoba y Mar del Plata, pero aún no se puede afirmar científicamente con absoluta seguridad sobre los resultados de esas experiencias (vitrificación, encapsulado, enterramiento, etc).
En otros países, tales como Suecia, desde 1986 se hace recolección de pilas.

En Suiza se consideran residuos peligrosos y está prohibido enterrarlas o depositarlas en rellenos sanitarios. En este país se recupera el mercurio, el zinc y el manganeso para ser reciclados, además de alentar el uso de equipos con pilas recargables, teniendo dichos aparatos un descuento del 10% y una etiqueta con el símbolo ISO, que alerta al consumidor sobre la peligrosidad de las pilas, recordando al usuario que una vez agotadas deben retornar al punto de venta.

En Austria desde 1991 se prohíbe arrojarlas con la basura común.
En España desde 1993 ya no se fabrican pilas con alto contenido de mercurio y en Alemania obligan al fabricante y al comerciante a reciclarlas desde 1993.
La Asociación Europea de Fabricantes de Pilas Secas (Euro pile), es una entidad que representa a varias compañías y propuso e instrumentó un programa de reducción gradual del uso del mercurio. Desde 1994 ya no se fabrican pilas con dicho metal pesado.

Finalmente, en Japón se reciclan.

La pregunta es ¿qué podemos hacer?. Aunque práctica, la pila no es energéticamente eficiente, su fabricación insume 50 veces más energía que la que produce.

Es conveniente el uso de aparatos conectados a la red eléctrica y preferir las pilas recargables, si bien son más caras y contienen cadmio, su durabilidad las hace menos peligrosas.

Otra alternativa es optar por las pilas alcalinas con mínimo de mercurio y preferentemente opciones de las que se puede hacer uso.

También es recomendable usar calculadoras o aparatos a energía solar y no dejar las pilas al alcance de los niños. Pueden llevarlas a la boca y hacer una inconsciente ingesta de metales pesados con su consiguiente peligro para la salud.

En nuestro país, por el momento, es preferible y más prudente arrojar las pilas con la basura doméstica, por cuanto esta irá a parar a los rellenos sanitarios y contaminará menos, ya que en ellos se cuenta con una cobertura para que los metales y otros elementos contaminantes no pasen a las ñapas.

Los lixiviados de los rellenos, líquidos altamente contaminantes, son tratados adecuadamente antes de su destino final, Es importante no arrojar las pilas con la basura domiciliaria en aquellas ciudades que no cuentan con relleno sanitario, por cuanto irían a parar a los basurales a cielo abierto y contaminarían severamente el suelo dañando el ecosistema.

En este caso es preferible conectarse con organizaciones que se ocupen de la recolección, como así también peticionar a las autoridades competentes, tantos locales como nacionales, la puesta en práctica de programas de recolección y reciclado.

Los fabricantes de pilas tienen la responsabilidad de colaborar en la solución apropiada que evite la contaminación producida por sus productos, poniendo toda su tecnología al servicio del ambiente.

El Estado debe intervenir urgentemente para definitivamente establecer los mecanismos que faciliten la recolección de las mismas en recipientes adecuados y adoptar las medidas para su reciclado y destino final ambientalmente seguro (relleno de seguridad para residuos peligrosos).
Esta tema compromete por igual a fabricantes, técnicos y gobiernos, quienes deben desarrollar obligatoriamente y a la brevedad, métodos eficaces para la eliminación segura de las pilas y evitar así el impacto ambiental que producen sus componentes contaminantes, poniendo en práctica políticas ambientales que hagan de la calidad de vida no una declaración sino una realidad.

Para concluir es preciso tener en cuenta la Ley Nacional de Residuos Peligrosos número 24051, la cual incluye con la categoría de desechos peligrosos a aquellos que tengan como constituyentes, compuestos de zinc, cadmio, mercurio, etc.

Las pilas responden a esa caracterización de sustancias peligrosas llamadas ecotóxicas porque son desechos que, si se liberan, tienen o pueden tener efectos adversos inmediatos o retardados en el medio ambiente.

USAR APARATOS CONECTADOS A LA RED ELÉCTRICA.
PREFERIR PILAS RECARGABLES.
OPTAR POR PILAS ALCALINAS.
NO COMPRAR JUGUETES A PILA.
USAR CALCULADORAS Y APARATOS A ENERGÍA SOLAR.
NO DEJAR PILAS AL ALCANCE DE LOS NIÑOS.
Por: Susana Papale
3. Reciclaje de pilas, en:
Fuente:

sábado, 12 de septiembre de 2009

Sensibilización y compromiso ambiental

El escándalo de los agrocarburantes en los países del Sur

Utilizar centenas de millones de hectáreas de tierras cultivables para la producción de agroenergía en su mayor parte en el Sur, ya que el Norte no dispone suficientemente de superficie cultivable.
La idea de extender el cultivo de los agrocarburantes en el mundo y particularmente en los países del Sur es desastrosa. Ella forma parte de una perspectiva global de solución a la crisis energética. En los próximos 50 años tendremos que cambiar de ciclo energético, pasando de la energía fósil, que es cada vez más rara, a otras fuentes de energía. En el corto plazo es más fácil de utilizar lo que es inmediatamente rentable, es decir los agrocarburantes. Esta solución, al reducirse las posibilidades de inversión y al esperar ganancias rápidas, parece la mas requerida a medida que se desarrolla la crisis financiera y económica.


Como siempre, en un proyecto capitalista, se ignora, lo que los economistas llaman, las externalidades, es decir, lo que no entra dentro del cálculo del mercado, para el caso que nos preocupa, los daños ecológicos y sociales. Para contribuir con un porcentaje entre el 25 a 30% de la demanda, a la solución de la crisis energética, se tendrá que utilizar centenas de millones de hectáreas de tierras cultivables para la producción de agroenergía en su mayor parte en el Sur, ya que el Norte no dispone suficientemente de superficie cultivable. Se tendrá, igualmente según ciertas estimaciones, que expulsar de sus tierras al menos 60 millones de campesinos. El precio de estas «externalidades» no pagado por el capital sino por la comunidad y por los individuos, es espantoso.


Los agrocarburantes son producidos bajo la forma de monocultivos, destruyendo la biodiversidad y contaminando los suelos y el agua. Personalmente, he caminado kilómetros en las plantaciones del Choco, en Colombia, y no he visto ni una ave, ni una mariposa, ni un pez en los ríos, a causa del uso de grandes cantidades de productos químicos, como fertilizantes y plaguicidas. Frente a la crisis hídrica que afecta al planeta, la utilización del agua para producir etanol es irracional. En efecto, para obtener un litro de etanol, a partir del maíz, se utiliza entre 1200 y 3400 litros de agua. La caña de azúcar también necesita enormes cantidades de agua. La contaminación de los suelos y el agua llega a niveles hasta ahora nunca conocidos, creando el fenómeno de «mar muerto» en las desembocaduras de los ríos (20 Km² en las desembocadura del Missippi, en gran medida causado por la extensión del monocultivo de maíz destinado al etanol). La extensión de estas culturas acarrea una destrucción directa o indirecta (por el desplazamiento de otras actividades agrícolas y ganaderas) de los bosques y selvas que son como pozos de carbono por su capacidad de absorción.
El impacto de los agrocarburantes sobre la crisis alimentaria ha sido comprobado. No solamente su producción entra en conflicto con la producción de alimentos, en un mundo donde, según la FAO, mas de mil millones de personas sufren de hambre, sino que también ha sido un elemento importante de la especulación sobre la producción alimentaria de los años 2007 y 2008. Un informe del Banco mundial afirma que en dos años, el 85% de la aumentación de los precios de los alimentos que precipitó a mas de 100 millones de personas por debajo de la línea de pobreza (lo que significa hambre), fué influenciado por el desarrollo de la agroenergía. Por esta razón, Jean Ziegler, durante su mandato de Relator Especial de las Naciones unidas por el Derecho a la Alimentación calificó los agrocarburantes de «crimen contra la humanidad» y su sucesor, el belga Olivier De Schutter ha pedido una moratoria de 5 años para su producción.


La extensión del monocultivo significa también la expulsión de muchos campesinos de sus tierras. En la mayoría de los casos, aquello se realiza por la estafa o la violencia. En países como Colombia e Indonesia, se recurre a las Fuerzas armadas y a los paramilitares, quienes no dudan en masacrar a los defensores recalcitrantes de sus tierras. Miles de comunidades autóctonas, en América latina, en Africa y en Asia, son desposeídas de su territorio ancestral. Decenas de millones de campesinos ya han sido desplazados, sobre todo en el Sur, en función del desarrollo de un modo productivista de la producción agrícola y de la concentración de la propiedad de la tierra. El resultado de todo esto es una urbanización salvaje y una presión migratoria tanto interna como internacional.


Es necesario igualmente anotar que el salario de los trabajadores es bien bajo y las condiciones de trabajo generalmente infrahumanas a causa de las exigencias de productividad. La salud de los trabajadores es también afectada gravemente. Durante la sesión del Tribunal Permanente de los Pueblos sobre las empresas multinacionales europeas en América latina, realizada paralelamente a la Cumbre europea-latinoaméricana, en mayo del 2008, en Lima, fueron presentados muchos casos de niños con mal formación, debido a la utilización de productos químicos en el monocultivo de plátano, soya, caña de azúcar y de palmeras.


Decir que los agrocarburantes son una solución para el clima, está igualmente a la moda. Es verdad que la combustión de los motores emite menos anhidrido carbónico en la atmosfera, pero cuando se considera el ciclo completo de la producción de la transformación y de la distribución del producto, el balance es mas atenuado. En ciertos casos, se convierte en negativo en relación a la energía fósil.


Si los agrocarburantes no son una solución para el clima, si no lo son que de una manera marginal, para mitigar la crisis energética, y si ellos acarrean importantes consecuencias negativas, tanto sociales como medio ambientales, tenemos el derecho de preguntarnos porqué ellos tienen tanta preferencia. La razón es que a corto y mediano plazo ellos aumentan de manera considerable y rápidamente la tasa de ganancia del capital. Es por esto que las empresas multinacionales del petróleo, del automóvil, de la química y del agronegocio, se interesan al sector. Ellos tienen como socios al capital financiero (George Soros, por ejemplo), los empresarios y los latifundistas locales, herederos de la oligarquía rural. Entonces la función real de la agroenergía, es en efecto ayudar a una parte del capital a salir de la crisis y a mantener o eventualmente aumentar su capacidad de acumulación. En efecto, el proceso agroenergético se caracteriza por una sobreexplotación del trabajo, la ignorancia de las externalidades, la transferencias de fondos públicos hacia el privado, todo aquello permitiendo ganancias rápidas, pero también una hegemonía de las compañías multinacionales y una nueva forma de dependencia del Sur con respecto al Norte, todo aquello presentado con la imagen de benefactores de la humanidad ya que producen "energía verde". En lo que concierne a los gobiernos del Sur, ellos ven ahí una fuente de divisas útiles de mantener, entre otros, el nivel de consumo de las clases privilegiadas.


Por lo tanto, la solución es de reducir el consumo, sobretodo del Norte y de invertir en nuevas tecnologías (solar especialmente). La agroenergía no es un mal en sí y puede aportar soluciones interesantes a nivel local, a condición de respetar la biodiversidad, la calidad de los suelos y del agua, la soberanía alimentaria y la agricultura campesina, es decir, lo contrario de la lógica del capital. En Ecuador, el Presidente Correa ha tenido el coraje de detener la explotación del petróleo de la reserva natural del Yasuni. Esperemos que los gobiernos progresistas de América latina, del África y del Asia, tengan la misma firmeza. Resisitir en el Norte como en el Sur, a la presión de los poderes económicos es un problema político y ético. Por lo tanto, denunciar el escándalo de los agrocarburantes en el Sur se constituye en un deber.


El impacto de los agrocarburantes sobre la crisis alimentaria ha sido comprobado. No solamente su producción entra en conflicto con la producción de alimentos, en un mundo donde, según la FAO, mas de mil millones de personas sufren de hambre, sino que también ha sido un elemento importante de la especulación sobre la producción alimentaria de los años 2007 y 2008. Un informe del Banco mundial afirma que en dos años, el 85% de la aumentación de los precios de los alimentos que precipitó a mas de 100 millones de personas por debajo de la línea de pobreza (lo que significa hambre), fué influenciado por el desarrollo de la agroenergía. Por esta razón, Jean Ziegler, durante su mandato de Relator Especial de las Naciones unidas por el Derecho a la Alimentación calificó los agrocarburantes de «crimen contra la humanidad» y su sucesor, el belga Olivier De Schutter ha pedido una moratoria de 5 años para su producción.


Es necesario igualmente anotar que el salario de los trabajadores es bien bajo y las condiciones de trabajo generalmente infrahumanas a causa de las exigencias de productividad. La salud de los trabajadores es también afectada gravemente. Durante la sesión del Tribunal Permanente de los Pueblos sobre las empresas multinacionales europeas en América latina, realizada paralelamente a la Cumbre europea-latinoaméricana, en mayo del 2008, en Lima, fueron presentados muchos casos de niños con mal formación, debido a la utilización de productos químicos en el monocultivo de plátano, soya, caña de azúcar y de palma.
Más sobre biomasa y biocombústibles en: http://es.wikipedia.org/wiki/Biomasa