domingo, 22 de mayo de 2011


Día mundial del medio ambiente5 de junio



Colombia: megadiversidad y pobreza

Colombia presenta una gran biodiversidad en ecosistemas: 56% del territorio está cubierto por bosques naturales. Es considerada la cuarta nación más rica en vida, en el mundo, gozando de entre 45 y 55 mil especies de plantas, 15% de las especies de orquídeas, 20% del total de aves, 7% de mamíferos terrestres, y 6% del total de reptiles del mundo. Pero la alta concentración de la tierra —44 millones de hectáreas están en manos del 0,06% de la población— ha propiciado el incremento de la frontera agrícola en zonas inadecuadas para ello, con la consecuente pérdida de ecosistemas estratégicos y de biodiversidad.



Riqueza natural


Colombia concentra el 10% de la biodiversidad del planeta, ocupa el primer lugar en número de especies de anfibios y palmas; es el segundo país con la mayor variedad de mariposas, y una de las mayores variedades de escarabajos. Es considerada la cuarta nación más rica en vida, en el mundo, gozando de entre 45 y 55 mil especies de plantas, 15% de las especies de orquídeas, 20% del total de aves, 7% de mamíferos terrestres, y 6% del total de reptiles del mundo.

Colombia presenta una gran biodiversidad en ecosistemas: 56% del territorio está cubierto por bosques naturales. Posee el 6,42% de la oferta total de bosques tropicales para América del Sur —1.5% de los bosques del mundo— y se ubica como el segundo con mayor número de especies de plantas.

Cuenta con el 3% del área mundial de humedales, 2% de manglares y 41% de páramos, en América. Esta variedad de ecosistemas intensifica la riqueza biológica colombiana.

Riqueza cultural
Colombia cuenta aún con 87 pueblos indígenas —que utilizan alguna de las 64 lenguas nativas— y con varios millones de habitantes afrocolombianos; más de 30 millones de mestizos; doce mil gitanos y una gran cantidad de inmigrantes de diferentes lugares.

Pobreza: La paradoja de un país rico en biodiversidad. La injusticia histórica y la falta de adecuadas políticas de reforma agraria y social, hacen de Colombia unos de los países con mayor inequidad del continente americano. Así, pese a la gran riqueza natural, el panorama social evidencia problemas estructurales de la sociedad colombiana, que los diferentes gobiernos no han logrado resolver y, por el contrario, han agudizado sus causas con modelos de desarrollo errados.


La alta concentración de la tierra —44 millones de hectáreas están en manos del 0,06% de la población— ha propiciado el incremento de la frontera agrícola en zonas inadecuadas para ello, con la consecuente pérdida de ecosistemas estratégicos y de biodiversidad.
La violencia que vive el país ha propiciado el desplazamiento forzado de más de 4 millones de compatriotas, lo que ha representado el abandono de 7 millones de hectáreas de tierras cultivables, en los últimos diez años. Este hecho constituye uno los factores determinantes de pérdida de la biodiversidad y de aniquilación de las culturas indígenas, afrocolombianas y campesinas.

De esta manera, la aguda crisis por la que atraviesa el sector agropecuario, debido a políticas agrarias concebidas en un modelo de campo sin campesinos, con agroempresarios y trabajadores rurales, y asalariados que no producen comida sino materia prima para la agroindustria (1), trae como consecuencia la eliminación de ecosistemas y culturas, así como hambre y pobreza para amplios sectores de la población colombiana.
Los transgénicos, amenaza latente contra la agrobiodiversidadEn Colombia se sigue dando vía libre a la implementación de transgénicos, a pesar de los grandes fracasos que tuvieron los productores de algodón Bt y Roundup Ready, en los departamentos de Córdoba y Tolima, durante la cosecha del 2008-2009 (2).
Colombia cerró 2009 con un área de 35.700 hectáreas sembradas con semillas genéticamente modificadas (transgénicas), en diez departamentos del país, de acuerdo con la Asociación de Biotecnología Vegetal Agrícola (Agro-Bio), encargada de la promoción de este insumo agrícola.

La amenaza de los transgénicos para la biodiversidad, la soberanía, la autonomía y la seguridad alimentaria, se debe a la concentración del poder y el control de las semillas e insumos de la producción, en manos de las empresas multinacionales y al riesgo de eliminación de valiosas semillas nativas, ya sea porque dejan de estar disponibles, o por contaminación con cruce de semillas transgénicas.

La extracción minera: Eliminación de ecosistemas, biodiversidad y culturas. El actual gobierno ha puesto el país a la merced de las multinacionales de la minería. Así es como en el Pacífico, Antioquia, Tolima y Santander, entre otras regiones, se adelantan proyectos de extracción minera, a costa de inundar, arrasar, destruir y contaminar ecosistemas, el agua y, por su puesto, la biodiversidad, principal fuente de alimentos, medicinas naturales, y material de trabajo y vivienda, de grupos indígenas y afrocolombianos.

La pérdida de biodiversidad también es la responsable del empobrecimiento de la alimentación del conjunto de los colombianos, al eliminar del menú diario, productos silvestres y tradicionales, que llenaban de colores y sabores el plato, con un alto valor nutricional. Todo lo cual conduce, además, a una irreparable pérdida de la cultura propia.

Todo este modelo extractivo y de mercantilización de la vida trae además la homogeneización de los conceptos de vida, de deseos y sueños, de percepciones y formas de expresión, de modelos económicos y patrones de consumo.

En lugar de ello, el dinero y el poder abren mercados y arrollan formas de economía y cultura diferentes. La sabiduría y las cosmovisiones ancestrales de los pueblos indígenas y de las comunidades campesinas, así como sus conocimientos sobre el aprovechamiento sostenible de la naturaleza y el significado de los fenómenos naturales, las propiedades (medicinales u otras) de las plantas o semillas, son descalificados u oprimidos.(3)

Resistir ante el deseo de lucro y explotación desmedida. En este marco, aún incierto y delicado, muchas comunidades y grupos sociales persisten en la resistencia, en la defensa de su territorio y de la Soberanía; en desarrollar proyectos que garanticen su seguridad alimentaria, y tratan de ejercer autonomía en sus territorios; no obstante, también la resistencia comunitaria es amenazada. En lo que va del año 2010, ya son múltiples las amenazas y muertes a líderes campesinos, indígenas y afrocolombianos, así como los señalamientos que por parte de grupos legales e ilegales se realizan sobre líderes y/o organizaciones sociales.

Según la ONIC, la supervivencia de 32 grupos indígenas está gravemente amenazada, debido al conflicto armado, a proyectos económicos a gran escala y a la falta de apoyo estatal.
Más de 1.400 indígenas (hombres, mujeres, niños y niñas) fueron víctimas de homicidio, a causa del conflicto, entre 2002 y 2009.

También se ha registrado más de 4.700 amenazas colectivas contra comunidades indígenas, durante este periodo, además de 90 secuestros y 195 desapariciones forzadas. Los responsables de estos abusos, ya sean miembros de grupos guerrilleros, paramilitares o de las fuerzas de seguridad del Estado, raramente han sido llevados a juicio (4).

Por eso hoy se hace indispensable acompañar a los pueblos indígenas, campesinos y afrodescendientes en la defensa de sus territorios y culturas, así como construir colectivamente una política pública de la soberanía nacional, encaminada a la defensa de nuestros recursos, de la diversidad biológica y cultural de la nación, como única vía para asegurarle un futuro viable a las generaciones por venir.

Referencias:
(1) Boletín de ecofondo
(2) “El fracaso del algodón transgénico en Colombia. Los algodoneros de Córdoba y Tolima lloran su colapso, pero Monsanto no pone la cara”. Grupo semillas. En Red por una América Latina Libre de Transgénicos Boletín 376.
(3) Globalización, Niñ@s, Diversidad Biológica y Cultural. Documento TDH Alemania, Iris Stolz, Osnabrück septiembre del 2008
(4) La Lucha por La Supervivencia y La Dignidad. Abusos Contra Los Derechos Humanos De Los Pueblos Indígenas En Colombia. Informe de Amnistía Internacional, febrero de 2010.

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