Día mundial del medio ambiente, junio 5
Caminata ecopedagógica Juampablista
2012
Estudiantes del grado sexto y undécimo, algunos padres de
familia, agentes de policía, José Heli “el mono” como cariñosamente lo llaman y
docentes se reunieron a las seis de la mañana en la vía vehicular a la altura
del patio número dos, el profesor Héctor Rogelio saludó y dió las últimas
recomendaciones, un padrino recogió los permisos, algunos
compañeros corrieron a comprar más agua y mecato porque consideraban que
llevaban poco para el compartir.
En primer lugar, el profesor Héctor indicó el objetivo de la
actividad e inmediatamente se inició el recorrido por entre los árboles de cedrillo, laurel, cenizos,
tunos, arrayanes, lacre, yarumo, entre otros, con un descenso bastante prolongado a la primera microcuenca
convertida actualmente en una escorrentía por
efectos de la tala indiscriminada en las partes altas de la montaña. Después
de escuchar la explicación de la anterior situación se ascendió unos diez
metros, para luego descender a las anheladas neveritas; lugar preferido por los
Juampablistas, que de vez en cuando se escapan para disfrutar de sus aguas
frías, ésta aún se puede considerar como una microcuenca aunque por su lecho no
corre mucha agua en época de verano.
En unos minutos, se reinició con un nuevo ascenso, a la mitad
del trayecto el profesor hace la explicación de los estratos del bosque: el
arbóreo, el arbustivo y el herbáceo, este último escasea en este sector por la
falta de iluminación solar. Luego se desciende un tramo y a continuación se
camina por el lecho del Caño Juampablito, bautizado así por el Ingeniero Henry
Corredor en la época de la reforestación del bosque, en la que se sembraron 12.500
árboles de especies nativas. Después iniciamos un recorrido por un lugar más o
menos plano hacia la roca del amor, observando a la vera del camino el tronco
de un árbol legendario de Caño fistol, siguiendo por esta ruta se encuentra más
adelante la segunda neveritas, donde se llevo a cabo el primer descanso para
hidratarnos, escuchar los aportes de un padre de
familia, un docente, un agente de la policía y un
estudiante, ante las preguntas ¿por qué es importante cuidar el entorno
ambiental? Y ¿por qué son importantes las caminatas ecopedagógicas?

Antes de iniciar el ascenso más prolongado de unos 850 metros
el profesor realizó unas observaciones: la principal era la de caminar en fila
india para no tropezar unos con otros y así evitar la posibilidad de que varias
personas resbalen y caigan al tiempo. En adelante, el camino en algunos
sectores es muy angosto, peligroso, y toca agarrarse de las raíces para poder
subir o superar un obstáculo. Luego arribamos a la tercera neveritas, la cual
es formada por una caída de agua de unos 5 metros; lugar agradable para disfrutar
de un baño en época de lluvias por el aumento de su caudal.
A falta de un buen estado físico algunos estudiantes empezaban
su viacrucis, el cansancio y el sudor se evidenciaba en ellos. Manuel Felipe
(un estudiante) por ir mirando hacia la
copa de los árboles, se enredó con una raíz y cayo, luego saco fuerzas, se
levantó y continuó. En efecto, alguien comentó: las raíces protegen el suelo,
lo afirman y evitan la erosión en las pendientes. A continuación uno de los agentes
de la policía exclamó: Las raíces que se encuentran por estas pendientes nos
ayudan a subir más fácil.
Más adelante observamos los micos por primera vez, una manada
bastante numerosa que de rama en rama se iban perdiendo de vista. También se
ven aves, entre ellas el gavilán acechando a su presa y toda clase de insectos
desde mariposas hasta arañas. Luego de un rato, ¡qué alegría¡ llegamos por fin al nacimiento del caño
Juampablito, donde gota a gota se va
formando el riachuelo en época de verano. Y así, arribamos a la cima de la
montaña donde nos hidratamos por segunda vez.
Continuamos por la cima, a orillas del camino encontramos el nido de un calientapuesto, especie que sólo
empolla un huevo por parvada, un estudiante padrino y un agente de policía se
quedaron cuidando que nadie lo fuera a pisar (al día siguiente era un polluelo).
A medio camino, por la cima encontramos otro nacimiento de otra microcuenca, la
del caño Patarroyo. Por entre la vegetación empezamos a divisar el río
Guatiquía, parte de la ciudad de Villavicencio y la inmensa llanura pegada al piedemonte
llanero, la vista era hermosa y espectacular.
Llegamos a un potrero y un estudiante exclamo: qué lástima esto debería ser también
un bosque.
Por suerte para todos, iniciamos un corto pero empinado ascenso
de unos 150 metros, llegamos a la zona de descanso, el profesor pide el favor
de quedarse de pie, pero realizando suaves movimientos para evitar los
calambres y contratiempos de salud. Padrinos y ahijados se reunieron por grupos
a hidratarse y compartir las viandas entre risas
y comentarios; todos resultaron comiendo
de todo.
Al terminar el compartir, se inició la sesión de fotografía, video
y comentarios ambientales. Todos empezaron a tomar una y otra, con su padrino,
los alumnos de once la del recuerdo de la última caminata. Así mismo, los
padrinos comentaban a sus ahijados la importancia de cuidar el entorno
ambiental. Recolectaron los residuos inorgánicos mientras que los orgánicos fueron
depositados debajo de las hojas.
Se reinició la caminata con el último ascenso que conduce al
mirador, luego se continua con un descenso
peligroso, durante este algunos estudiantes se resbalaron por no tener en
cuenta las recomendaciones dadas y cuesta abajo fueron a parar con un ligero
golpe en sus glúteos; ¡risas, más risas, recuerdos para no olvidar!.
Continuamos por la cima, nos acompañaba siempre el trinar de
las aves sobre todo el de la mirla blanca, los arrendajos, los comequesos y
azulejos entre otros. Una pequeña culebra cazadora se atravesó en el camino
pero sin contratiempos se fue por entre las hojas secas. Nuevamente aparecieron
los micos, otra vez la naturaleza que rodea el colegio se muestra en todo su
esplendor. Entonces, llegó el inconveniente para los estudiantes que
malgastaron el agua, a estas alturas una gota vale más que un puñado de oro y con
¡cara de cansados! ruegan a uno y otro por un poquito del preciado líquido.
Después de un rato iniciamos el descenso de unos 1.800 metros hacia el colegio por un
camino angosto y lleno de ramas de los arbustos, uno que otro estudiante las
soltaba sin precaución, dando un golpe en la cara del compañero que le seguía,
también se presento una que otra caída, situación que daba paso a las risas.
Aparece el pasto que corta la piel y la
única alternativa es caminar despacio para evitar lastimar la piel de los
brazos y el rostro, así mismo aparece un nido de avispas y se recomienda tener
cuidado al pasar. Por este sector abunda
el musgo, planta herbácea importante por ser un buen retenedor de agua, actuar
como esponja, evitar la erosión del suelo y ser el hábitat
preferido de serpientes como las cuatro narices.
Antes de terminar el descenso divisamos la casa del Mono y sus
perros se acercan ladrando como si fuésemos personas extrañas al sector, él
levanta un garrote y todos hacen silencio por un momento pero luego continúan
ladrando.
Después de varias horas regresamos al punto de salida, unos
gritaban y otros entonaban el himno del colegio: Juampablistas, Juampablistas_ estudiemos
con amor__construyamos nuestro mundo_ por una patria mejor_…. Todos sacaron de sus mochilas los residuos
para reciclarlos. Por su parte el profesor agradeció a todos por el buen comportamiento
durante la actividad, el apoyo de los padres de familia, del mono y de la policía.
Para terminar se invita a una próxima aventura de enseñanzas,
compartir y disfrute físico como también al cuidado y conservación del bosque y sus componentes.