domingo, 4 de noviembre de 2012


Minería y violencia 
Foto album Cerrejón
No es extraño que los conflictos sociales, la violencia y la violación de los derechos humanos estén aumentando en la medida en que la locomotora minera aprieta su paso.

La minería está exacerbando los conflictos sociales y la violencia en Colombia. Precisamente, por estos días, al tiempo que se anuncian medidas para combatir la minería ilegal, que, sin duda, es una de las causas fundamentales de estos fenómenos de violencia y conflicto renovados, se vuelve a afirmar que el fomento de la minería legal, en particular la de las multinacionales, es la estrategia para evitarlos. Pero es una afirmación que está lejos de la realidad.

En efecto, las grandes mineras, en aras de ganarse la voluntad de las comunidades a favor de sus proyectos, llevan a cabo prácticas de intervención social que están propiciando su división y sembrando el germen de conflictos más profundos, que podrían terminar en actos de violencia.

Este es el caso del Cerrejón, empresa que ha firmado 66 actas de preacuerdos de consulta previa con comunidades wayús sobre el proyecto de desviación del río Ranchería. Así, por ejemplo, los miembros de la comunidad de la Enramada Mouwasira que den su aval al proyecto recibirían unas dádivas, según reza el acta correspondiente: un microacueducto, cien chivos, diez de ellos machos; nueve novillas y un toro... Y la lista de regalos continúa -es extensa y precisa-, como ocurre con las otras 66 rancherías. Pero no todos están de acuerdo, y, como afirmó Vicenta Siosi, escritora wayú, en hermosa carta dirigida al presidente Santos: "Nuestro transcurrir en la península Guajira gira alrededor del río; él es la gracia y la vida aquí"...
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