domingo, 28 de febrero de 2010

Notiecológicas

Marzo 1, día del reciclador
Carlos, el reciclador, quiere ser doctor

Se involucró en la actividad por casualidad... y por la necesidad. Las jornadas son arduas y sale todos los días, con lluvia o con sol. La actividad le ha servido como un escampadero en el campo laboral.
Carlos Andrés tiene un oficio de subsistencia que le ayuda a mantener la familia y contribuir a sanear el medio ambiente en el Valle de Aburrá. Foto: Carolina Londoño

Antes de salir de su casa a la una de la mañana, a reciclar la basura de los barrios de Bello, "El Monje" como lo llaman sus amigos o Carlos Andrés Vargas López, como lo bautizaron, tiene la costumbre de rezar un padrenuestro y, luego de santiguarse, se encomienda a la mano de Dios.

Es un ritual solitario que cumple desde hace más de cuatro años cuando, por las urgencias de ayudar a sus padres, dejó el estudio por una labor por la que ya siente cierta pasión, aunque su ilusión es terminar el bachillerato y titularse como doctor.

"Si usted tiene fe y sale con el ánimo de que no le pasará nada, siempre le irá bien. Usted sale a trabajar y no a robar", dice Carlos Andrés, mientras selecciona el material que venderá a un lado de la Estación de Acevedo del Metro donde hay más de 150 establecimientos especializados en adquirir productos reciclados.

El apodo de El Monje se lo ganó, recuerda, por la capucha que lo protege del sol y de la lluvia. Pero la inclemencia del tiempo todavía no lo ha envejecido, pues no aparenta los 26 años que tiene. A pesar de recoger y seleccionar las basuras que a los demás mortales les sobran, luce una sudadera impecable y un optimismo desbordante. "Madrugo para que el trabajo me rinda más y traer más cosas. Si usted no sale temprano, le madruga otro. Cuando llueve, trabajo mejor. Los otros recicladores se escampan mientras yo logro las mejores cosas", afirma Carlos Andrés.

Filosofía laboral
Carlos Andrés nació en Cartagena y, cuando tenía la edad de seis años, la familia emigró a Medellín. Aprendió a trabajar con proyección al futuro, pues a lo largo del año recoge los llamados metales nobles (aluminio, cobre y bronce), los cuales deposita en su casa como si ésta fuera una gran alcancía. En diciembre transporta su pequeña guaca hasta el negocio de López, quien le ha desembolsado más de un millón y medio de pesos por cada remesa anual. "Si un reciclador no se encuentra un kilo de aluminio diario y un poquito de cobre, no es reciclador", dice Carlos Andrés.

Hace cuatro años, se inicio como reciclador por la zona de Bello, donde mantiene casi la exclusividad en un amplio sector residencial que es recorrido dos veces a la semana por un par de carros oficiales recogedores de basuras.

"Todos los días son buenos para un reciclador, pero toca tener ánimo... Hasta ahora me han regalado un televisor en blanco y negro y un discman. El día más malo me consigo quince mil pesos. Otros son de 35 y de 40 mil. En un solo día me he logrado sacar hasta 60 mil. Yo mismo me hago una liquidación cada año", manifiesta el reciclador, al recordar su estrategia de guardar los metales nobles. La última venta anual la aprovechó para ayudar a su hogar y visitar a dos hermanos que no conocía, uno de ellos un ingeniero residente en Montería, y a una hermana que vive en Cartagena.

El hombre, residente en el barrio Acevedo y que colabora en la casa con el pago del arriendo, está en un minucioso proceso de selección de material a una cuadra del negocio de Ignacio López, un técnico en confecciones que abandonó la carrera para dedicarse a la compra y a la venta de artículos reciclados. "Él es uno de mis mejores clientes y un hombre a carta cabal", dice Ignacio, un comerciante que genera 30 empleos directos en la zona y más de 500 indirectos entre niños, mujeres y hombres sin esperanza de un trabajo permanente.

Esos subempleados le llevan a diario paquetes de periódicos, cartones, envases plásticos de detergentes, botellas de vidrios, latas de cerveza y gaseosas, hierro, cobre, bronce y otros materiales de diferente naturaleza, que servirán para alimentar los hornos de la pequeña, mediana y gran industria. En estos cuatro años Carlos Andrés y otros trabajadores anónimos han contribuido a que Ignacio López llene un patio grande, que parece un laberinto, de varillas, de tubos, de piñones, de cafeteras, de parrillas de resistencia, de estufas, de gabinetes de nevera y de cuadros y llantas de bicicletas.

El, como otros clientes de ese negocio, le han llevado camas y ventanales de hierro, patas de mesas de aplanchar, molinos caseros para moler maíz, un reloj de pared que se quedó marcando las diez, directorios telefónicos, parachoques de automóviles, una estructura oxidada de una máquina de coser Singer, una colección de carritos desechados por los niños, un Quijote y un Sancho Panza de bronce y una María Auxiliadora que un día llegó trasteada en una bolsa de vidrio.

"La gente que recicla se siente a veces menos que el resto del mundo", considera Ignacio López. Defiende a trabajadores como Carlos Andrés que destinan sus pequeños ingresos diarios a vivir y no para financiar algunos vicios. "Uno mira con más respeto a los que trabajan por la familia. Los otros sólo dan lástima".

Largas jornadas.
Carlos sale a trabajar a la una de la madrugada los lunes y los martes. Los días restantes lo hace a partir de las seis de la mañana. En las tardes de los sábados vende mangos en la Iglesia del Playón de los Comuneros, mientras los domingos instala su puesto en la entrada de la Cárcel de Bellavista.

"Vengo de la cárcel, duermo cuatro horas y vuelvo a arrancar a la una de la mañana. Es que los ricos sacan la basura por la noche y por eso hay que madrugar, sino pierdo el día".

Manifiesta que no siguió estudiando porque sus padres no tenían con qué pagarle el séptimo grado que cursaba en el Instituto de Jesús de la Buena Esperanza, de Bello. Su padre, Virgilio, tiene un puesto ambulante de jugos en este municipio, mientras su madre, Virginia, se mantiene en el hogar.

"Un día le pedí a un vecino reciclador que me enseñara. Me dijo que si era verraquito, aprendía. Había que ir detrás de un carro. Muchas veces conseguía más y él se pegaba. Es mejor trabajar solo. Estuve como su socio casi tres meses, cuando me abrí".

Con su independencia, Carlos Andrés logró cambiar una carreta por un triciclo, con el cual recorre grandes distancias entre Acevedo y los barrios del sector, Villa Linda, San Martín, La Gabriela, Villas del Sol, El Trapiche, Primavera, El Carmelitano y La Cumbre, localizados en Bello. En su itinerario semanal también cubre las Cabañitas.
Hay mucha competencia
"En ese oficio hay mucha competencia. Más los miércoles y los sábados. No sé porqué. Sin embargo, lo que es para uno, es para uno. Y lo que no lo es se puede pasar mil veces por el mismo sitio y no encontrar nada? el trabajo es como un juego. Si sales con pereza, se te hace largo y más aburridor? todo reciclador debe aguantarse muchas cosas como los males olores. Con este trabajo estoy estable y es la oportunidad de conseguir una platica", dice Carlos Andrés, al pensar en los cinco años que se mantuvo sin empleo. Sin embargo, advierte: "Como le dije a Ignacio: este año trabajo con él. Después me dedicaré a estudiar o a otra cosa. Esto da plata, pero cansa. Nunca le he quedado mal a Ignacio porque nunca me he enfermado. Cuando termine el bachillerato, me gustaría estudiar medicina".

Contexto, Más de 50 mil familias viven del reciclaje
Estadísticas de la Fundación Codesarrollo indican que en Colombia más de 50.000 familias se benefician del reciclaje. Con una población de más de 40 millones de habitantes, se producen en el país 8.2 millones de toneladas de residuos sólidos al año, de las cuales cerca del 40 por ciento son materiales reciclables. En un documento sobre el tema, la Fundación revela que, de acuerdo con el el Sistema de Información de Servicios Integrados de Aseo para Medellín y sus cinco corregimientos (Siam 5) de Empresas Varias de Medellín, diariamente se generan 2.161 toneladas de residuos sólidos en la capital y su Área Metropolitana. Precisa que de ellas, 389,2 son recuperadas en la ciudad cada día, o sea el 18 por ciento del total generado. De cien toneladas, el 59,3 por ciento es aprovechado por los recicladores

Por: Gustavo León Ramirez. El Colombiano
Observar el video:
http://video.google.es/videoplay?docid=-1895965358333445040&ei=Mg2LS5_fK4bEqgKe6t2MDA&q=basuras%2C+huella# sobre cómo llegar a una verdadera sensibilización y toma de conciencia sobre el problema del manejo de los residuos en Colombia, nuestra ciudad, casa y colegio.

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